Manos tendidas
Esto empieza a ser realmente tedioso. Unos, los tirios, tachándonos de serbios y tercermundistas, vendiéndonos la burra coja de las banderas importadas y las treguas perdonavidas; otros, los troyanos, resucitando el Santiago y. cierra la caverna cada vez que escuchan la lengua de Espriu o que divisan una senyera. Es la gran batalla del paletismo: cutre, repetitiva y profundamente desinformada. Para evitarla sólo hay un antídoto conocido: pasar olímpicamente, no hacer ni caso. Quien no quiere guerra no la tiene. Yo, desde luego, no.Pero vamos a lo que importa. Hay otro grupo de catalanes a los que tengo varios mensajes que enviar. Uno de felicitación, por haber mostrado al mundo la realidad catalana (idioma, símbolos) en total libertad; otro de agradecimiento por el cariño tributado al Rey y a nuestros atletas; y uno más de admiración por haber sabido compatibilizar la identidad propia con la de todos: Cataluña en el sentimiento y en el balcón, España en el corazón y en el ánimo. Y aun un cuarto mensaje, dedicado esta vez a la auténtica niña bonita dé estos Juegos, Barcelona; para que esa luminosa aldea costera (hembra fogosa mediterránea) y este apocalíptico poblachón manchego (macho ibérico viril) sigan bailando esta lambada de pisotones y magreos mutuos, como debe ser. Y por muchos años.
Ese grupo de catalanes, que con su buen hacer y su tolerancia van a terminar por enseñarme ese idioma que hoy apenas conozco, tienen aquí muchas más manos tendidas que las que ellos creen percibir por lo que
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