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"Vietnam sigue ocupando Camboya", asegura el líder de los jemeres rojos

Juan Jesús Aznárez

Khieu Samphan viste un traje negro de funeral y no quiere hablar de los años en que colaboró con Pol Pot para intentar convertir Camboya en una sociedad rural e igualitaria sobre la tumba de un millón de compatriotas. "Transparencia, transparencia", repite hasta más de 20 veces en media hora de entrevista para referirse a la aplicación de los acuerdos de paz de París, cuya filosofía considera vulnerada por Vietnam y el Gobierno de Hun Sen. El líder público de los jemeres rojos, recibido a pedradas a su regreso del exilio, recuerda que "Vietnam continúa ocupando Camboya" y advierte que su partido no acudirá a las elecciones de mayo de 1993 en tanto no abandone el país el último soldado del vecino país.

La pacificación de Camboya está resultando tan difícil como se anunció durante la firma del Acuerdo de París, cuyo contenido, el secretario general de la ONU, Butros Gali, intentó resucitar durante sus entrevistas de Yakarta con el príncipe Norodon Sihanuk y las otras partes implicadas en este sangriento conflicto del sureste asiático. Samphan prefiere hablar en camboyano y ser traducido al inglés por un jemer rojo de su misma quinta e indumentaria. "Todo nuestro pueblo sabe que los vietnamitas continúan ocupando Camboya. Se trata de que la UNTAC [autoridad provisional de las Naciones Unidas en Camboya] se ocupe de investigarlo, pero no se han previsto los mecanismos de verificación".De las cuatro facciones que fueron rivales en la guerra y lo son en la precaria paz lograda hace un año, sólo los jemeres rojos se han negado a entregar las armas y a acantonar parte de sus fuerzas para pasar a la segunda fase del acuerdo. La principal razón esgrimida es que militares del Ejército vietnamita -que en 1979 derrocó el régimen de Pol Pot y estableció la actual Administración y que se retiró en 1989- permanecen en Camboya.

Sin pruebas

Ninguna prueba han presentado, sin embargo, de que esta presencia, mantenida a través de matrimonios con camboyanas o de vietnamitas convertidos en pequeños campesinos, sea significativa.El ideólogo rojo, considerado uno de los arquitectos de la escabechina registrada entre los años 1975 y 1979 en las cárceles y campos de trabajo de Camboya, se ríe cuando ensaya en inglés una explicación prescindiendo del traductor. "Alguien tiene que ponerle la sonda al país, como lo hace eI médico con el enfermo para ver su mal", señala. "El pueblo sabe que continúa la ocupación vietnamita, y eso va contra los acuerdos de París. Queremos transparencia, transparencia en su aplicación".

Los jemeres rojos han exigido también nuevos poderes para las partes integrantes del Consejo Nacional Supremo, que denuncian como controlado por el Gobierno pro vietnamita de Hun Sen, y el desmantelamiento de las viejas estructuras de poder. Analistas políticos consideran que de esta última demanda los fanáticos seguidores de Pol Pot tienen parte de razón, ya que se han registrado graves corrupciones y arbitrariedades entre el funcionariado y departamentos dependientes del Ejecutivo. "En este ambiente no puede haber unas elecciones generales neutrales", subraya Khieu Samphan.

Una propuesta en estudio es la creación de un consejo de administración consultivo, pero Hun Sen se niega a secundar la demanda, que supondría un control del organismo sobre los ministerios de Finanzas, Información, Asuntos Exteriores y Seguridad, argumentando que su creación no está contemplada en el acuerdo suscrito en la capital francesa el pasado mes de octubre. Butros Gali expresó durante la 10ª Conferencia del movimiento de Países No Alineados su confianza en que puedan celebrarse los comicios del año próximo. "He observado voluntad política entre las partes", dijo.

"La radio de ustedes en la jungla acusa al jefe de la ONU en Camboya, el japonés Yasushi Akashi, de ser un enemigo...". "Muchas gracias", dijo Khieu Samphan. Se levantó y se fue con una media sonrisa.

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