Que vaya también Aznar
TIENEN RAZÓN los que sostienen que urge ilustrar a los ciudadanos sobre la importancia del proceso de unión política y económica que diseña el Tratado de Maastricht: por eso estamos a favor de que el presidente del Gobierno lo explique y defienda, sea en Estrasburgo o en cualquier otro lugar. Es más, creemos que otros políticos españoles, y en primer lugar el líder del primer partido de la oposición, deberían sumarse, como ha hecho, por ejemplo, el canciller alemán, Helmut Kohl, a ese esfuerzo pedagógico.La contradicción que José María Aznar dice ver en la participación de Felipe González en un mitin de los socialistas franceses a favor del sí al Tratado de Maastricht sólo existe en su cabeza. Afirmar que el presidente va a explicar a los franceses lo que no ha explicado a los españoles es, en primer lugar, falso: González expuso su posición respecto a ¡a unión europea en sendas sesiones par lamentarías celebradas poco antes (28 de noviembre) e inmediatamente después (17 de diciembre) de la cumbre reunida en esa ciudad holandesa. Es un reproche especialmente absurdo porque González más bien ha pecado de cierto exceso de celo: es conocida su tendencia a plantear casi cualquier cuestión de política interior en clave comunitaria (incluso si su relación con los problemas de la construcción europea es remota). Pero es también absurdo porque se supone que un partido como el que preside Aznar, favorable al Tratado de Unión Europea, no considerará que el referéndum francés del día 20 sea un asunto que no interesa a los demás europeos. No se entiende que González pueda un día presentarse como candidato a la alcaldía de Estrasburgo y no pueda participar en un mitin sobre el tratado que abre paso a ese y otros efectos de la ciudadanía europea.
Todo ello es independiente de la opinión que se tenga sobre la conveniencia o no de convocar en España un referéndum sobre el tratado. Dicha convocatoria habría de ser en cualquier caso el resultado del debate sobre Maastricht, no su condición. Y no se ve en qué puede perjudicar a ese debate la participación del presidente del Gobierno en el que simultáneamente tiene lugar en Francia. Ojalá que alguien invitase a Aznar a participar en algún mitin como el de Estrasburgo, y que su intervención contribuyera a dinamizar el debate español sobre la cuestión y, de paso, a decantar a favor del sí a los sectores más dubitativos de la derecha francesa.
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