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Los cristianos boicotean la segunda ronda de los comicios libaneses

El primer experimento democrático libanés en 20 años está demostrando que las divisiones sectarias que provocaron década y media de cruenta guerra civil desde 1975 permanecen intactas. La segunda ronda de las elecciones parlamentarias celebradas ayer en Beirut y la región del monte Líbano fueron boicoteadas por la mayoría del electorado cristiano, que considera el escrutinio como un ardid musulmán para perpetuar la influencia de Siria.

Uno de los pocos elementos que emergían con claridad al cierre de las urnas, tras una jornada sin incidentes, era el histórico avance de los musulmanes shiíes del Hezbolá, el proiraní Partido de Dios. Ansiosos por integrarse a la vida política y alentados por su victoria en las elecciones de hace una semana en el valle de la Bekaa, los hezbolahis estaban ,seguros de ganar más escaños en Beirut.Haj Alí Aminar, un psicólogo cuarentón y el principal candidato del Partido de Dios en la capital, explicó la clave del sorprendente éxito de los integristas musulmanes: "Es el resultado de nuestra campaña contra la ocupación israelí y nuestra oposición, al injusto sistema sectario que ha dominado nuestro país desde su creación", dijo mientras depositaba su voto en una pequeña escuela del barrio pobre de Bourj al Barajneh. Para un considerable sector de shiíes, sin embargo, el avance del Hezbolá -que ya se ha hecho con cuatro escaños en el Parlamento, integrado. por 128 diputados- tiene explicaciones más concretas. El movimiento integrista, autor de las operaciones más espectaculares contra intereses occidentales e israelíes en Líbano, ha demostrado en los últimos años ser infinitamente más eficiente que el Estado en la atención de las necesidades básicas de los pobres.

Con generoso apoyo económico de Irán, el Hezbolá ha invertido millones de dólares en acción social construyendo hospitales, escuelas, fábricas, orfanatos y centros de rehabilitación para millares de víctimas de la guerra. "En mi barrio tenemos electricidad y agua gracias al Hezbolá. Eso es trabajo, lo demás es demagogia", comentaba Ghassam Murtada, un joven.abogado del distrito de Bir el Abed.

Mientras los hezbolahis cantaban su primera victoria electoral en los suburbios sureños de Beirut, la aviación israelí bombardeó posiciones de su milicia en la provincia de Iqlim al Tufá, en la región meridional. El ataque no alteró el clima festivo.

La atmósfera en el sector cristiano de Beirut oriental era todo lo opuesto. Poco antes de abrirse las urnas, el tañir de campanas de centenares de iglesias proclamaba la defunción de la democracia libanesa. Fieles a las directivas de los líderes maronitas y a una exhortacíón indirecta pero inconfundible del patriarca Butros Nasrala Sfeir, la gran mayoría de los 700.000 electores cristianos permaneció en casa. En muchos colegios electorales había más soldados que funcionarios electorales. A mediodía, en una escuela de Hadath, un vocal electoral declaró entre bostezos: "No ha venido nadie, y no me extraña. Esta elección es una pérdida de tiempo". "Vea usted", añadió, señalando urnas abiertas y vacías. "No hay ni control ni votos".

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