Las vueltas de la autovía
El pacto en Dos Hermanas cierra una polémica que ha viciado la política vasca y navarra
"La sociedad estaba perpleja; la obra, parada un año más; los partidos, cansados de enredarse en la madeja que ellos mismos tejían. Tras el acuerdo en Dos Hermanas, todos van a descansar y olvidar el tema, como ocurrió en Guipúzcoa". Así explica un político navarro la situación que llevó a aprobar, el pasado día 26, un cambio técnico en la autovía de Leizarán apoyado por la coordinadora Lurraldea, próxima a HB. Concluye así la polémica de una carretera que ha viciado la política en el País Vasco y Navarra.
"El acuerdo era preciso, porque las cosas están cambiando a pasos acelerados y todos ven necesaria una estrategia de mayor acercamiento al conglomerado que rodea a ETA. No para presentar los acuerdos como una cesión, sino para contribuir a la integración de estos grupos en las instituciones". Esta tesis, sostenida por un dirigente de Unión del Pueblo Navarro (UPN) afín al presidente regional, Juan Cruz Alli, se puede escuchar con más o menos reticencias en las sedes, de otros partidos navarros que el 26 de agosto contribuyeron a poner fin al conflicto de la autovía votando un cambio técnico en poco más de 200 metros de carretera.La solución ha causado fuertes tensiones en UPN, ha satisfecho a Herri Batasuna, ha obligado a EA a definirse, ha logrado el apoyo de Izquierda Unida y ha dejado más solos que nunca a los socialistas, el principal partido de la oposición en Navarra y responsable de que la obra avanzase en la pasada legislatura pese a las amenazas de ETA.
Pero no son 15 pilares en Dos Hermanas los causantes del terremoto político, sino lo que su aceptación significa de cambio de un proyecto institucional en una comunidad como Navarra, donde cada gran proyecto de infraestructura impulsado durante el anterior mandato socialista motivó la aparición de coordinadoras opuestas al mismo. Los socialistas llegaron a decir meses atrás que así se llegaría al absurdo de nombrar consejero de Obras Públicas a Pakito el número uno de ETA entonces en libertad.
Pero pocos piensan ahora que el panorama político navarro vaya a cambiar mucho. Las aguas volverán a su cauce en el PP, consciente de que una ruptura con UPN significaría volver a la marginalidad frente a una situación actual en la que posee tres carteras.
Una ruptura en UPN brindaría nuevamente el Gobierno a los socialistas, hoy a un solo éscaño del Ejecutivo de Alli (19 parlamentarios frente a 20). "Hay mucho dinero en juego, despachos, presupuestos y las prebendas del poder, y eso evitará una crisis", han repetido los socialistas, quienes insisten para no dialogar con UPN en que no tienen nada que hablar con los que "mantienen acuerdos secretos con los violentos del tiro en la nuca".
Cosas que esconder
La unanimidad en el bloque democrático hace tiempo que desapareció en Navarra. Los socialistas no acudieron a una de sus últimas convocatorias al considerar que el Gobierno foral lo usa para sus intereses partidistas.Eusko Alkartasuna es muy crítica con este foro y UPN no quiere debatir en su seno cuestiones que casi siempre persiguen atar al Gobierno de Allí.
Hay quien piensa que, como ocurrió con el acuerdo de la autovía en Guipúzcoa, la cuestión se olvidará porque todos los partidos tienen muchas cosas que esconder sobre contactos con el mundo abertzale y que ello facilitará en otoño un mayor acercamiento entre UPN y los socialistas. En la medida en que no haya atentados y la violencia deje paso a la construcción del viaducto en Dos Hermanas, en unos seis meses, los partidos volverán a la situación anterior.
El hastío social por un conflicto exagerado en su importancia y viciado en sus planteamientos ha sido determinante para acelerar una solución. Los navarros han acabado creyendo que la ecología es un instrumento político arrojadizo.
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