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El misterio de las vírgenes

Los madrileños reparten su devoción entre 110 imágenes

En Madrid hay más de 110 vírgenes. Es decir, más de 110 iglesias dedicadas a distintas vírgenes. Sin contar con todas las madrileñas que llevan sus nombres. Las más importantes son las patronas de la capital: la Virgen de la Almudena, la Virgen de la Paloma, la Virgen de Atocha y la Madona de Madrid. Pero también se ofrecen a la devoción madres de nombres poéticos: Nuestra Señora de la Flor de Lis, Santa María La Flor del Carmelo o Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

Las vírgenes más queridas siempre tienen una historia detrás: La Paloma era un lienzo de la virgen que encontraron unos niños jugando en la calle. Su tía se lo quitó a uno de ellos para colgarlo en el portal de su casa, y desde entonces todos los días se posaban dos palomas al lado del cuadro.La Almudena recuerda las guerras de moros y cristianos: Alfonso VI organizó una procesión en el año 1083, antes de partir para luchar contra los árabes en Toledo. Entonces se desplomó la muralla (en árabe, almudayna) y la imagen de la virgen se apareció. La Madona de Madrid, una de las más antiguas, hoy día es poco conocida, acompaña la clausura de la comunidad de monjas de Santo Domingo. La Virgen de Atocha salvó al hijo de San Isidro. Cuando se cayó en un pozo, hizo subir las aguas. Los Reyes españoles solían venerarla.

La competencia entre las vírgenes es dura. Cada devoto defiende a la suya: "La Virgen de Atocha es lo más grande del mundo", se entusiasma Adelaida Prieto Bilches, de 87 años, vecina del barrio de Atocha. Siempre viste un hábito penitenciario, porque la virgen de Atocha le ha hecho "muchos milagros". Igual piensa una creyente que sale de misa de la iglesia consagrada a la Paloma: "La Virgen de la Paloma es la en que más fe tengo". "Le recé cuando mi marido tenía cáncer, y se curó. Mi hijo regresó sano de la mili en Melilla gracias a ella. Para mí son dos milagros".

Su compañera matiza la cuestión de la devoción mariana: "Cada uno tiene su virgen como su religión. Yo en los que más creo son el Cristo de Medinaceli y la Paloma; en las otras vírgenes también, pero menos". De los cristos, el de Medinaceli es el más famoso. Los primeros viernes del mes se forma una larga cola delante la iglesia de Jesús de Medinaceli para besar su imagen.

La oficial y la castiza

La Almudena tiene también un gran número de adictos, como demuestra la cantidad de pies, cabezas y brazos de cera colgados dentro de la Catedral, en petición de alguna curación. Entre la Almudena y la Paloma la relación resulta tensa, porque la primera representa a la patrona oficial mientras que la segunda es la más castiza, como afirma la dueña de un bar en la calle de la Paloma: "Los madrileños quieren más a la Paloma".De la decadencia de las devociones se queja amargamente el cerero de enfrente, cuya vida está estrechamente ligada a la historia de esta iglesia: "Hasta 1945, se utilizaron estas velas grandes. A partir de 1956, las pequeñas. Y desde 1987 sólo se admiten luces eléctricas", dice con melancolía.

"La gente se identifica mucho con su virgen, porque suele estar vinculada a situaciones de angustia o peligro. La fe en ella es el resultado de una experiencia liberadora", explica José María Magaz, el párroco de Santa María del Val, en el barrio del Pilar. "Muchos que han dejado las prácticas religiosas siguen adorando a su virgen. Sólo van a misa el día consagrado a ella", destaca Magaz. Él no quiere alentar el culto mariano en su iglesia: "Aquí no pegaría". El sacerdote defiende una religiosidad racional. Su parroquia ha tomado el nombre de un santuario de Alcalá de Henares, donde se encuentra el original, explica.

Cada devoto elige a su virgen por tradición de familia, o del lugar de origen. "Sólo hay una Virgen teológicamente, explica un secretario del Arzobispado de Madrid. "Pero mi madre no se enfada si la llamo madre, mamá o mamuchi. Siempre es la misma", razona, y enseña una medalla de la virgen de su pueblo y una foto de su madre. Pero piensa que la devoción a una sola advocación es "una equivocación".

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