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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Nacionalismo y democracia

Fenecidos los enemigos tradicionales del pensamiento de orden (hoy felizmente democrático, pero orden al fin y al cabo), fascismos y comunismos, y edulcorada la dicotomía izquierda-derecha con la sacarina de la rentabilidad, sólo los nacionalismos exacerbados concitan adhesiones inquebrantables en la ira compartida. Incluso el profesor Savater (Los ídolos de la tribu, EL PAÍS, 16 de agosto), de quien uno es lector devoto, participa en el aquelarre metiendo en el cajón de sastre nacionalista identidades idolátricas, reaccioriarismos rampantes y propugnando, en fin, diversidades idénticas en lo abigarrado (algo así se desprende de su imagen de la calle con "McDonalds, pizzería, bistrot y restaurante vasco"), para terminar con lo que llama "la artillería dialéctica pesada" de lo étnico, lo lingüístico, la identidad histórica..., la raza.Todo muy espeso y a la vez etéreo, porque no se trata de no cambiar las cosas manifiestamente mejorables en aras de identidad alguna. El busilis de un nacionalismo bien entendido es que te dejen ser como eres, expresarte en la lengua de tus abuelos y divertirte según tus costumbres. Que no te obliguen a considerar como propias manifestaciones ajenas a tu taranná, como el flamenco, los toros o el Real Madrid (aunque este último haya perdido buena parte de su carácter mitológico) ni a venerar banderas, reyes u obispos de las diferentes multinacionales. ¡La diversidad Mc Donalds / Euro Disney no es más que una identidad en el encefalograma plano! Sólo una suma de variedades (no necesariamente agresivas contra lo otro) puede conformar trazados cerebrales más alegres en una Europa que, o es plurinacional, plurilingüística y pluricultural o no será.

Tras dejarte ser lo que eres sin que te veas obligado a reivindicarlo constantemente que te dejen decidir todo lo que no hace falta que decidan por ti. Subsidiariedad creo se llama eso, nada de tribalismo, identidad étnico-religiosa o pureza racial, sino simplemente democracia: acercar la toma de decisiones al ciudadano. Lo de las limpiezas étnicas queda para los extraviados, y, desgraciadamente, ya sabemos adónde conducen.

Todo ello dicho sea con el mayor respeto desde una isla someramente británica, no meños española y lingüísticamente catalana, en el primer año de gloria de la era del Barça.-

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