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Los hijos de los carrilanos

Hace 20 años las obras se nutrían de hombres solteros, fuertes y bebedores, capaces de gastarse el dinero del mes en un día. Les llamaban los carrilanos y eran tan temidos corno codiciados. Las empresas se disputaban su buen hacer y les pagaban sumas astronómicas, pero los carrilanos eran imprevisibles y podían desaparecer en cualquier momento. De obra en obra, recorrían España.Leoncio Delgado, un hombretón moreno, recuerda cómo en aquellos tiempos se gastaba 10.000 duros en un instante invitando a champán al hostal entero. Hoy, con la mecanización del trabajo y el surgimiento de especialistas, apenas quedan carrilanos. Sus descendientes viajan juntos en cuadrillas y suelen estar casados, pero mantienen costumbres como la afición a la bebida y principios como no estar fijos en la empresa y acudir donde les ofrezcan el mejor sueldo.

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La escasez de buenos trabajadores especializados produce auténticas guerras de ofertas y contraofertas entre los contratistas cuando va a empezar una obra. "Se tarda en formar los equipos. Hace falta gente seria y de mucha confianza para disminuir los riesgos".

En las actuales obras de prolongación del metro han llegado cuadrillas de Cádiz, de Asturias, de Alicante... Cada una suele tener su figura, el trabajador mejor y con más carisma, y todas exigen días libres para celebrar en su tierra las fiestas patronales. "La gente trae quesos, berberechos, mejillones y -Vinos de su tierra como la manzanilla de Sanlúcar de Barrameda", comenta Francisco Cruz, el administrador del tramo de obras que atravesarán el río.

Reumas y artrosis

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Iluminados por la luz de las bombillas, los largos pasadizos subterráneos con sus sujecciones de madera, sus cintas transportadoras y vagonetas recuerdan a las minas.

Parece normal que muchos topos sean mineros o vengan de familias mineras, como el asturiano Juan José Pancho, que habla con entusi¿Lsmo de su trabajo. "El ambiente es de puta madre. Arriba hay subcontratas de 1.000 tipos y muchos jefes; aquí abajo somos una familia". A su mujer, sin embargo, le parece tercermundista. Algo parecido siente José Gómez, hormigonero en uno de los tramos en excavación de la línea 1. "Tragas el tóxico del escape de los coches, te pasas horas metido en el barro y si no acabas con reuma acabas con artrosi?.

La larga convivencia crea fuertes lazos entre los trabajadores. "Nosotros cerramos todos los días la obra con una ensalada y un vino o una cervecita para relajarnos". A pesar de ese'buen ambiente pocos desean que sus hijos continuen su trabajo en la superficie o en los túneles subterráneos.

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