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Cuarta noche de violencia neonazi en Rostock

La cuarta noche consecutiva de violencia en la ciudad báltica de Rostock se inició al finalizar el partido de fútbol entre el Hansa -el club local- y el Brausnschweig, que ganaron los primeros por cuatro a cero. Un centenar de neonazis con las cabezas rapadas y pletóricos por la cantidad de cerveza consumida empezó a gritar "¡Vamos allá, vamos allá!", refiriéndose al edificio donde hasta hace unos días se alojaban varios centenares de extranjeros peticionarios de asilo y que la noche del lunes al martes fue incendiado por estos mismos grupos ante la inexplicable ausencia de la policía local.

Centenares de jóvenes que habían asistido también al partido de fútbol se sumaron a la llamada de los neonazis, y este cerca de un millar de energúmenos recorrió los escasos centenares de metros que separan el estadio municipal del barrio colmena donde se encuentra el ahora calcinado albergue para refugiados.La policía, esta vez, les esperaba. Pero esto, en lugar de disuadir a los manifestantes, pareció animarles a la batalla que se adivinaba. Una compañía de las Bundesgrenzschutz (BGS), las tropas antidisturbios de la policía alemana, había sido enviada rápidamente por el Gobierno, para que no se volvieran a oir las críticas por la extraña actitud de las fuerzas del orden, que la noche anterior habían abandonado durante casi dos horas el edificio sitiado permitiendo que fuera incendiado cuando en su interior aún había más de cien refugiados vietnamitas.

La batalla fue épica. 65 policías resultaron heridos y 58 personas fueron detenidas. Dos camiones disparaban agua a presión sobre los manifestantes, Y cubrían el avance de los efectivos de la BGS que, a su vez, disparaban gases lacrimógenos y se abrían paso por entre las bombas incendiarias lanzadas por los manifestantes, esquivando la lluvia de adoquines arrancados de la calzada.

Lo que empieza a estar ya muy claro es que la violencia de Rostock, al margen de las quejas de los vecinos por la presencia de los refugiados y las pésimas condiciones sanitarias del albergue, ha sido organizada por grupos neonazis llegados de toda Alemania, especialmente de las grandes ciudades como Berlín y Hamburgo, que han manipulado el descontento de una parte de la población de la ciudad.

El canciller Helmut Kohl, quien se encontraba en Berlín, amenazó a los agresores con sufrir Ias más firmes y estrictas consecuencias legales". "El odio al extranjero es una desgracia para nuestro país", declaró Kohl.

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