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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

No dicen lo mismo

LA EXPERIENCIA indica que los políticos tienden a olvidar su programa el mismo día en que las urnas les proclaman vencedores. Entre otras cosas, porque suelen incluir promesas de imposible cumplinúento o cuya realización depende de factores azarosos. Estados Unidos no es una excepción. Pero los programas de sus dos grandes partidos, su música y letra, sirven para intuir, más alla del componente personalista que tiene toda elección presidencial, los lín-útes entre los que oscilará en los próximos cuatro años la política de la única superpotencia sobreviviente a la guerra fría.Desde la opinión europea ha solido sostenerse superficialmente que las diferencias entre republicanos y demócratas son puramente cosméticas, dado que ambos partidos respaldan el predominio militar, político y económico de su país en el mundo. Una visión que considere a Estados Unidos como un país con sus problemas -peculiares, y no sólo como nuestro principal polo de influencia, permite, sin embargo, descubrir dos proyectos bastante diferenciados.

La primera lectura del programa aprobado en Houston indica que el partido de Gobierno se acerca a lo que se podría entender como un radicalismo derechista, más propio de'un personaje histriónico y agresivo como Patrick Buchanan -perdedor en las primarias- que de un Bush que ha intentado combinar prudencia y tolerancia en sus cuatro años de Gobierno. Los demócratas, por su parte, y de acuerdo con las tendencias centristas de la actual sociedad norteamericana, han roto con su defensa del intervencionismo estatal a ultranza y apuestan en su plataforma por una tercera vía entre el mercado puro que quieren los conservadores y el superestado que patrocinan los liberales. El Partido Demócrata afirma en su programa: "Creemos en la actividad del Gobierno, pero tiene que hacerlo de una manera diferente y más responsable". Sus rivales prefieren reafirmar su creencia en Ios valores tradicionales de la familia y en la herencia judeo-cristiana".

Los programas de los dos partidos contienen también diferencias sustanciales en asuntos que afectan a la vida diaria de los norteamericanos. Los demócratas defienden el derecho al aborto sin excepciones, preparan un nuevo reparto fiscal, proponen subvenciones a las escuelas públicas en función del poder adquisitivo de cada zona, apoyan los derechos de los homosexuales, respaldan la promoción pública del arte sin condicionar su contenido, destacan la necesidad de proteger el medio ambiente, aceptan como razonable un cierto control de la venta de armas de fuego, prometen inversión estatal en obras públicas y apuestan por el control gubernamental de la sanidad para garantizar la protección de los más necesitados.

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Los republicanos pretenden prohibir el derecho al aborto sin excepciones, prometen una reducción de impuestos en medio de un déficit fiscal que no ha hecho sino crecer con Bush, piden apoyo económico para las escuelas privadas, se oponen al apoyo públíco a los grupos homosexuales, condenan el uso de dinero del Estado para fomentar "el arte obsceno", advierten que el cuidado del medio ambiente no debe hacerse en perjuicio del desarrollo económico, se oponen a cualquier forma de control de la venta de armas, rechazan la inversión federal en obras públicas y están contra "cualquier control gubernamental del cuidado de la salud".

Sólo en política exterior se registra un amplio consenso. Ambos están de acuerdo en la necesidad de mantener el liderazgo mundial de Estados Unidos, aunque Clinton pide una reducción de la fuerza militar superior a la que propone Bush, a quien reprocha su incapacidad para derrocar a Sadam y su "timidez". Para actuar en los Balcanes: Pero es dudoso que cualquiera que resulte elegido el 3 de noviembre renuncie a cumplir con lo que la mayoría de los norteamericanos considera responsabilidades mundiales de la única superpotencia.

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