Ruido
Cuando escribo esta carta ocurre lo mismo que todos los días: un ruido infernal enfrente de mi habitación (por supuesto, en la calle). Esto hasta la más noble parte de éste y/o estos mismos continuos soniquetes, máquinas cementadoras, etcétera, que no me dejan llevar mi vida como la de cualquier mortal, es decir, con un mínimo de tranquilidad.No voy a extenderme en escribir, pero espero que en este desdichado país, por una vez, y que sea para bien, se cambie de forma de intentar fastidiar al prójimo (cosa muy frecuente por otra parte).-
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