Parar la matanza
Cuando se habla de una posible intervención militar en la región balcánica por parte de las potencias occidentales lo que se está diciendo en el fondo es que se consume la paulatina y soterrada injerencia político-militar en la desmadejada geografía de la antigua Yugoslavia.En ese reparto geopolítico -de nuevos caracteres- que deja eliminada la posibilidad de agresión mutua entre sus protagonistas, la hipocresía política e ideológica ha alcanzado sus máximas cotas de sofisticación; eso sin contar el silencio inmoral de algunos partidos nacionalistas españoles, por ejemplo. Seamos sinceros: ¿quién ha hecho posible el rearme de los pueblos balcánicos y, por ende, propiciado su enfrentamiento militar si no han sido las grandes potencias, únicas interesadas en explotar el fanatismo nacionalista para así mejor repartir el objeto de sus deseos? ¿Y por qué vacilan en intervenir directamente en el conflicto? Sencillamente, tienen recelos; no se fian de la capacidad de respeto a las reglas del juego por parte de sus propios compañeros en el reparto de intereses.
Es así que el porvenir de los pueblos de la antigua Federación Yugoslava no sea hoy menos claro que con una posible intervención militar por parte de las potencias que rigen el destino internacional; sin descartar, por supuesto, la seria amenaza para la paz en Europa y en el mundo que ello supondría- . .
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