Leonard Cheshire, héroe de la II Guerra Mundial

Leonard Cheshire, piloto británico que comandó el legendario escuadrón Dambuster y fue testigo del bombardeo aéreo de Nagasaki, falleció 6 el pasado viernes a los 74 años. Cheshire fundó una organización mundial de hogares para mutilados."En la guerra, Leonard Cheshire fue un héroe. En la paz sirvió a su país con igual mérito", señaló el primer ministro John Major, quien añadió que "fúe, en el verdadero sentido de la palabra, un héroe nacional".

El piloto más condecorado del Reino Unido, lord Cheshire recibió la más alta medalla al valor en su país, la Cruz Victoria, por "acudir continuamente al frente de batalla", y tuvo un papel histórico como observador británico oficial en el bombardeo nuclear sobre Japón en 1945. Tras la guerra, Cheshire dedicó su vida a ayudar a los mutilados y organizó los Hogares Cheshire, una organización internacional creada para asistir a los enfermos y minusválidos. Existen 85 de estos hogares en el Reino Unido y otros 185 repartidos en 48 países por todo el mundo.

En 1943, Cheshire rebajó voluntariamente su rango militar para hacerse cargo del escuadrón de bombarderos 617, que utilizaba aviones Lancaster para arrojar unas "bombas reboteadoras" especialmente diseñadas para destruir reservas de agua de los alemanes. Esta bomba, diseñada por el científico británico Barnes Wallis, rebotaba a lo largo de la superficie del agua hasta que llegaba a la presa, donde se hundía y explotaba. "Es justo decir que Cheshire ha sido una leyenda en la RAF", dijo el comandante de la Royal Air Force sir Michael Beetham. "Era un hombre destacado con una frialdad y valentía increíbles. Era una inspiración para todos".

Cuando fue enviado a supervisar el bombardeo de Nagasaki, Cheshire tenía 27 años. Su experiencia en combate tras 100 operaciones de ataque sobre el enemigo era tal que los especialistas en estadística afirmaron que debería haber muerto en cuatro ocasiones. Más tarde, Cheshire escribiría acerca de la explosión atómica sobre Japón: "Ni siquiera la enormidad del espectáculo ni el conocimiento de que la guerra contra Japón había terminado era suficiente para sofocar el horror de una exterminación tan brutal".