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¿Qué hacer con los violadores?

Juristas, psiquiatras y otros expertos cuestionan el tratamiento dado a los agresores sexuales

Sara Velert

Los casos de violación y asesinato en las últimas semanas en la provincia de Valladolid han conmocionado a sus habitantes, y su indignación ante las agresiones sexuales ha quedado patente en manifestaciones públicas. A raíz de este rechazo, jueces, sociólogos, psiquiatras, abogados, penalistas y funcionarios penitenciarios opinan sobre la presencia de los delincuentes sexuales en la sociedad y sus posibilidades de reinserción. La mayoría de los expertos consultados cree que el tratamiento estrictamente penitenciario no modifica la conducta del violador.

Para algunos, la sucesión de agresiones no responde a ningún tipo de epidemia, mientras para otros, existe un posible efecto contagio. "Hay una forma de contagio psicológico en los comportamientos que tienen un consenso social de rechazo", dice Roberto Crisóstomo, psiquiatra del hospital Gregorio Marañón de Madrid. Los especialistas consideran que la violencia y pornografía en el cine o la televisión no convierten a nadie en violador, pero que pueden influir en aquellos sujetos emocionalmente predispuestos a cometer una agresión.En lo que todos coinciden es en la mayor difusión y denuncia de los delitos sexuales en la actualidad. En 1990 se contabilizaron 5.435 denuncias y 5.890 en 1991. Según la Asociación de Asistencia a Mujeres Violadas, las víctimas "ya no se callan como antes".

A pesar de algunos jueces, en general la respuesta judicial también ha cambiado. Luz Almeida, abogada que ha defendido a cerca de 300 víctimas, considera que su experiencia en este sentido es muy buena: "La condena es una forma de curar a las violadas, que perciben que la sociedad les da la razón y no tolera estas agresiones".

Conocer la sexualidad

Pero, ¿qué se hace o puede hacer en el caso de los agresores? ¿Hay algún modo de prevenir los delitos sexuales? Según la socióloga Encarna Roig, es necesario un mayor conocimiento de la sexualidad y deben socializarse los valores del respeto a la persona y su voluntad, a través de los padres, educadores y campañas de sensibilización.

Para Luz Almeida, la ausencia de este respeto a la mujer y la falta de una definición social de la libertad sexual abonan muchas violaciones: "La negativa de la mujer sigue sujeta a discusión. Muchos violadores no tienen conciencia de serlo, y se consideran perfectamente integrados en la sociedad. No son unos inadaptados".

José Antonio García Andrade, especialista en psiquiatría forense, cree que los violadores sistemáticos "no son personas normales, pero tampoco son enfermos mentales en sentido estricto, por lo que no hay que internarlos en psiquiátricos".

Para García Andrade, "Ias posibilidades de tratamiento para rehabilitarlos son pocas, hace falta mucho tiempo, pero hay que intentarlo". No cree que la cárcel sea el lugar adecuado para los violadores, por lo que propone su internamiento en centros especiales hasta edades maduras, porque "son muchos los violadores que reinciden". En todo caso, García Andrade considera necesario modificar la ley en lo que se refiere a la concesión de permisos, de modo que no puedan salir de la cárcel quienes no estén en condiciones.

Los centros penitenciarios disponen de psicólogos y algunos también de criminólogos, asistentes sociales, psiquiatras, pedagogos y sociólogos, pero no existe un tratamiento o terapia específica para los delincuentes sexuales. Menos de una decena de los cerca de 1.000 delincuentes sexuales están internados en hospitales psiquiátricos, afirman fuentes de sanidad penitenciaria estatal.

Reeducación

José Luis Díez Ripollés, catedrático de Derecho Penal, cree que faltan los medios necesarios para la reeducación y reinserción de los presos, aunque "algunos colectivos se han volcado en esta labor", asegura. La lucha contra el tráfico de drogas y la preocupación por la seguridad dejan en un segundo plano el tratamiento o terapia de los delincuentes sexuales, ya que su peso específico es menor, opina Díez Ripollés.

Para Manuela Carmena, juez de vigilancia penitenciaria de Madrid, los medios existen pero faltan tanto una profundización en el hecho sexual como los estudios especializados de las ciencias de la conducta que permitan analizar el problema, sobre todo en el ámbito criminológico. "Las sentencias son enormemente descriptivas, apenas hay una línea sobre la personalidad del condenado", estima Carmena. Además, en los expedientes se contempla la "actitud laboriosa y el buen comportamiento", en desconexión con la violencia sexual causante del encarcelamiento.

La opinión de Carmena es clara: "No son sólo violadores, sino seres humanos que han violado. No hay que tomar una actitud de conmiseración con ellos, pero una manera de resolver el problema de las víctimas es ayudarles a ellos". Desde hace un ano, esta juez lleva a cabo una experiencia piloto que consiste en la concesión de permisos de salida para asistir a terapias en centros de salud de la Comunidad de Madrid, en las que participa la familia y se estudia la personalidad y evolución del preso violador. "La verdadera manera de evitar el daño es la prevención y no la represión", afirma Carmena.

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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