Senderos
Estoy trabajando en los Juegos Olímpicos, al tiempo que me dedico a otras historias profesionales, lo cual quiere decir que me queda poco tiempo. Pero devoro por las noches, literalmente devoro, el libro Senderos de libertad (Planeta-Seix Barral),, escrito por Javier Moro Lapierre -sobrino y buen discípulo de Dominique-, escrito a partir de un amor loco por la Amazonia brasileña y por el recuerdo de un hombre, Chico Mendes, cuyo asesinato puso en cuestión el complicado entramaje de intereses que hoy día se ciernen en torno al último pulmón del mundo.El libro-reportaje-investigación, serio y concienzudo, se lleva poco aun en nuestro país. Todavía nos dejamos llevar por la fascinación que ejerce el tipo que ya vendió los derechos de un superficial panfletillo autobiográfico, en cuanto le silbaron un par de balas por encima de la cabeza en uno de los frentes de guerra de actualidad que hoy nos encandilan. Los héroes de papel se cotizan más que el reportero a la anglosajona, capaz de invertir años de su vida en la búsqueda del rigor, de la verdad.
Javier Moro, pese a su juventud, pertenece a esta última categoría, y posee, además, el don de novelar. Resulta apasionante leerle, pues sabe controlar con maestría la narración, dosificar el drama, situar el paisaje, al tiempo que nos nutre sin cesar con datos que entran a formar parte, al menos para mí, como informadora que soy, de un patrimonio de valor incalculable.
En este informe-novela que habla de la lucha de Chico Mendes contra los depredadores de la naturaleza, es tan impresionante la odisea del héroe como sus avatares privados. Y se demuestra que lo que es bueno y firme en nosotros acaba por abrir Senderos de libertad. Este libro termina bien, aunque a primera vista no lo parezca.
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