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Yehudi Menuhin pide a Europa que cree con urgencia un "parlamento de las culturas"

A sus 76 años, el legendario violinista termina el 12 de agosto en Gerona su gira española

Yehudi Menubin es una auténtica leyenda viva. Tiene 76 años, se confiesa un nómada que viaja sin cesar y mantiene intacta la pasión por hacer música, tocando y dirigiendo, pero sobre todo inspirando a quienes le rodean. Además, se mantiene en lucha permanente por los derechos de las minorías, denunciando el horror de las guerras, el peligro de los nacionalismos y el ascenso de la intolerancia y el racismo. Su nueva utopía es impulsar "con urgencia" en Europa la creación de un parlamento de las culturas. El próximo 12 de agosto dirigirá el Mesías, de Haendel, en el Festival Internacional de Música de Peralada (Gerona).

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Fue niño prodigio, violinista genial, director de orquesta, pedagogo, escritor, misionero de la paz, sir... Es el decano de los concertistas en activo, pionero del encuentro de la música de Oriente y Occidente y enamorado de pueblos y culturas que le enriquecen continuamente. Buena prueba de su incesante actividad son los conciertos que ha ofrecido por España desde el pasado 18 de julio: Santes Creus (Tarragona), Málaga, Burgos. Tras proseguir su actividad en distintas ciudades europeas, Menuhin volverá a España el próximo 12 de agosto, para dirigir el Mesías de Haendel en el Festival Internacional de Música de Peralada (Gerona).Pero su nueva utopía es impulsar en Europa la creación de un parlamento de las culturas. "Es necesario crear un parlamento donde los políticos cedan su lugar a los representantes de todas las culturas y los pueblos". Estrechar la mano de Yehudi Menuhin es saludar a la historia de la música en persona. Basta recordar que en 1923, a los siete años, este hombre inició una de las carreras más deslumbrantes del siglo y que en 1927, cuando realizó sus primeras grabaciones, la industria discográfica estaba prácticamente en pañales. Ha trabajado con compositores e intérpretes legendarios y él mismo es una leyenda viva que en 1993 cumplirá 70 años de actividad continuada. Por todo ello produce una sensación muy especial verle venir, con las manos extendidas y el rostro iluminado por su célebre sonrisa, que tan pronto refleja ilusión como escepticismo, caminando con paso rápido y desprendiendo una energía inusitada que contrasta con su cuerpo diminuto y frágil.

Olor de santidad

A estas alturas de su gloria, viviendo en olor de santidad, las entrevistas con Menuhin son, en lo esencial, encuentros. Se le puede preguntar sobre cualquiera de sus múltiples actividades, pero sobre todo se le escucha hablar de lo que desea. No le gusta ni la publicidad ni la propaganda y quiere aprovechar al máximo los minutos de su vida encontrándose con personas que le enriquezcan y, si es posible, ganarles para su causa. Enamorado del pueblo gitano, aprovechó a mitad de julio su estancia en España para conocer al único gitano que ocupa un escaño en el Parlamento Europeo, el diputado socialista Juan de Dios Ramírez-Heredia. Menuhin deseaba incorporarle a su proyecto de crear un auténtico Parlamento Étnico donde se encuentren todas las culturas que conviven en Europa y se potencien los derechos de las minorías.

Menuhin expresa constantemente la admiración y fascinación que siente por la cultura gitana. "La primera vez que me encontré con los gitanos tenía 11 años, en una pequeña ciudad rumana. Estaba en un restaurante, con mi padre y mi profesor, Georges Enesco y que nos estaba, enseñando su país. De pronto, violinistas gitanos se acercaron a, nuestra mesa, comenzaron a tocar y quedé absolutamente fascinado por su música". Y sonríe al. recordar el tremendo impacto, que produjo, en un niño prodigio, rodeado de orden y disciplina, la, libertad, el sentido del ritmo y la, capacidad de improvisación de: los músicos gitanos. "Mi padre, que cantaba constantemente, era. el perfecto representante de la, cultura tradicional judía y siempre tenía todo previsto, aunque: mi madre, que tiene actualmente: 96 años, tenía un espíritu más abierto. Pero a mí me entusiasmó descubrir que algunas melodías que tocaban esos violinistas gitanos, eran muy similares a las melodías judías que siempre cantó mi padre. Tenían el común la misma capacidad de expresar la nostalgia y la tristeza".

Ese interés por conocer nuevas músicas y nuevas culturas es una constante en la vida de este inquieto judío nacido en Nueva York, de padres originarios de Rusia, que también es ciudadano suizo desde 1970 y británico desde 1980. "Mi vida tiene mucho del tradicional sentido nómada de los gitanos, y como judío me siento muy cerca de un pueblo perseguido porque es diferente". El gran violinista reconoce que sería muy saludable que los músicos clásicos abrieran su cerebro y su corazón a otros tipos de música. El anciano maestro reconoce que es demasiado normal que los músicos clásicos se limiten a estudiar música clásica, obsesionados por técnica. "Yo siempre he estado acostumbrado a leer música y verdaderamente en la formación de un instrumentista clásico se deja poco espacio a la improvisación. Pero la música es, en su esencia, comunicación y es el vehículo ideal para expresar una cultura".

Agilidad intelectual

Menuhin recibió con agrado un regalo muy especial del eurodiputado y presidente de la Unión Romaní, Juan de Dios Ramírez-Heredia: dos compactos de Antonio Mairena y el recientemente fallecido Camarón de la Isla, como perfecto resumen del mejor cante flamenco gitano de los últimos tiempos. Durante la entrevista, que se celebró en Barcelona y duró más de tres horas, Menuhin demostró una enorme agilidad intelectual, absorviendo instantánemente las respuestas que Ramírez-Heredia da a sus continuas preguntas sobre el origen, la cultura y la lengua de los gitanos. Y cuando el eurodiputado gitano le explicó el origen indio de su pueblo, en la región del Punjab, la cara del venerable maestro se iluminó . "Conocí la India en 1959, de la mano de Nehru y descubrí la fuente de todo lo esencial que rodea nuestra existencia. La cultura occidental está demasiado sujeta a la propiedad".

Para conseguir una sociedad que responda mejor a la realidad intercultural que existe en Europa, Menuhin apuesta por la creación de un parlamento étnico donde estén representadas las minorías: "sus representantes deben ser elegidos por organizaciones no gubernamentales, por los movimientos sociales que luchan contra la miseria y el racismo, por las organizaciones culturales".

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