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Un fallo de la seguridad fuerza un careo en la Expo con representantes de la oposición en el exilio

Un fallo de la seguridad de Fidel Castro permitió ayer en Sevilla que el comandante cubano se topara frente a frente, en el interior del pabellón de su país en la Expo 92, con uno de los principales líderes de la oposición radicada en Miami, el democristiano José Ignacio Rasco. Ambos sostuvieron un breve diálogo de sordos sobre la democratización de Cuba, pero a su término el disidente fue sacado en vo landas del pabellón y puesto en la calle violentamente. Horas después fue golpeado por grupos de adictos a Castro en un incídente en el que tuvo que intervenir la policía, aunque para se parar a los contrincantes.José Ignacio Rasco, presidente del Partido Demócrata Cristiano de Cuba, organización moderada, pero minoritaría del exilio afincado en EE UU, es un habitual visitante de foros y reuniones latinoamericanas donde participa o se habla oficialmente de Cuba.Rasco intentó colarse el jueves último en el Senado, sede de la reciente cumbre iberoamericana, pero la policía se lo impidió. Ayer en Sevilla sorteó todos los controles y cuando Castro, sobre las 12.15 horas, llegó a su pabellón se, lo encontró de frente. Ambos se conocen de antiguo. Castro puso cara de asombro, pero respondió a sus preguntas."Fidel: tienes que cambiar", le dijo Rasco. "¿Hacia dónde? Hacia una mayor revolución, claro", le contestó. "Fidel cambia. Te lo digo por tu bien", insistió el disidente. "Hay que perfeccionar, hay que perfeccionar", le respondió por último y se fue.Eso fue todo. Fidel se marchó y, cuando ya se alejaba, Rasco fue expulsado del pabellón (cerrado ayer al público) por la seguridad cubana, al tiempo que la policía española le iba abriendo paso hacia la calle y algún que otro le golpeaba por detrás en los riñones. Castro se quedó en el pabellón, descansó, bromeó con periodistas adictos e invitados, y recibió a amigos y miembros de su séquito en un día para él señalado: el 39º aniversario del asalto al cuartel del Moncada.

Sin embargo, lo peor ocurrió después. El líder cubano iba ya tarde al almuerzo oficial que le ofrecían los Reyes a los mandatarios iberoamericanos en el Pabellón de España. Los alrededores del de Cuba estaban atestados. Había por allí unas 500 personas, la mayoría simpatizantes de Castro. Eran casi las dos de la tarde.Castro apareció por la rampa de salida en dirección a la furgoneta que le había puesto a su disposición la Expo. Rodeado de cuatro geos y protegido por varios cinturones de seguridad, saludó a un público, en gran parte integrado por jornaleros y grupos de la izquierda andaluza, que le vitoreaba. En ese momento, salió de las filas Rasco y otros anticastristas. Intentaron gritar contra el líder cubano, pero una masa humana se abalanzó por detrás hacia ellos y los neutralizó mediante empujones y un rosario de insultos. Rasco recibió patadas y tuvo que ser protegido por la policía. Salvo este incidente, la jornada sevillana transcurrió en el mismo clima de frialdad oficial que se observa hacia su persona desde que llegó el jueves a Madrid.

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