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El Ayuntamiento quiere privatizar la funeraria para paliar el fracaso del tanatorio Sur

Javier Casqueiro

La funeraria municipal tuvo un año negro en 1991. Por vez primera, la empresa saldó su ejercicio con 687 millones de pesetas de pérdidas. Y hoy, la deuda del mandato de Juan Barranco (PSOE), de 2.741) millones, se ha ampliado a casi 10.500. Mientras, los modernos tanatorios están infrautilizados. El ubicado en el Norte ha perdido un 30% de ocupación, y el del Sur, mastodóntico, se usa sólo en un 16% de sus posibilidades. La oposición dice que el PP sube tarifas y no defiende un servicio para todos. Los expertos y el alcalde desvelan la palabra privatización. El debate va el martes a pleno.

La consultoría Maxwell y Espinosa mandó al Gobierno municipal del Partido Popular un diagnóstico financiero de la funeraria. El informe, recibido el pasado 9 de julio, ha sido bien considerado. El PP, oficial y públicamente, prefiere no adelantar acontecimientos. El presidente de la empresa y concejal de Sanidad, Simón Viñals, no ha abierto la boca. El alcalde, José María Álvarez del Manzano, afirmó que todo se dirá en el pleno extraordinario convocado para el martes, a petición del PSOE. Álvarez del Manzano avanzó que su equipo quiere "inyectar economía" a esta empresa municipal para salvarla.En la misma línea se expresan los auditores. La consultoría expone la necesidad de permitir "una gestión abierta, pudiéndola llevar el socio minoritario". La mayoría de las acciones continuarían en poder del Ayuntamiento (51%), para entregar el capital restante (49%) a "otro socio industrial y financiero".

El alcalde reconoció, eso sí, que una de las alternativas factibles para mejorar la gestión de la funeraria era "ampliar capital" y "acudir a quien quiera acompañarnos en la gestión". Alvarez del Manzano asegura no tener una postura "dogmática o preconcebida" sobre las privatizaciones: "No son una fórmula mágica ni un tabú, sino una opción a considerar que no me produce ningún impacto negativo".

"Quiebra"

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Maxwell y Espinosa proponen también, para sanear la empresa, realizar una ampliación de capital. La funeraria debe al Ayuntamiento, por sueldos de unos 200 funcionarios, alrededor de 2.000 millones. La ampliación saldaría esta cuenta pendiente.

Izquierda Unida y el PSOE vienen a decir lo mismo: "La situación actual de la Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid es técnicamente de quiebra financiera". Al margen de las interpretaciones políticas, algunos datos hablan por sí solos. La caída de servicios funerarios rebajará los 27.000 millones de ingresos anuales de los últimos ejercicios a unos 23.600 a finales de 1992 (alrededor de 2.000 millones menos de ingresos sólo por este concepto). La empresa registró en 199 1, nada más entrar el nuevo equipo de Gobierno, su primer balance final con 687 millones de pérdidas. En 1989 se terminó con 4,3 millones de beneficio; el año siguiente, con 2,8.

En diciembre de 1991 se suprimió la tasa de conservación de cementerios que era entonces proporcional al nicho. Desde entonces se han dejado de ganar unos 600 millones de pesetas por este motivo. Ahora, esta misma tasa se impone, con un canon de 16.770 pesetas, exclusivamente para las sepulturas más baratas. Estos nichos, que se arriendan por 10 años, suponen el 70% del total.

En plenas vacas flacas, el Ayuntamiento subió las tarifas, en diciembre: más del 80% de media. El entierro más barato, que en 1989 costaba 94.916 pesetas, pasó a cobrarse a 226.723 (una subida del 139%). El más caro tenía un precio entonces de 631.534 pesetas y subió a 831.200 (un 32%). Las tarifas de incineración se incrementaron en más del 300%.

Estas nuevas tarifas significan un aumento de los ingresos por ventas que se sitúa en un 36,5%. Los 5.600 millones ingresados en 1991 se convertirán este año en unos 7.600. Pero no bastarán.

Leandro Crespo, ex concejal de Sanidad socialista y anterior responsable de la funeraria, relaciona la subida de los ingresos con la bajada de la utilización de los servicios básicos entre un 13% y un 14%. Crespo y José Alfredo de Juan, representante de IU en la empresa, achacan casi todos los males de la funeraria a la mala gestión del PP y a su escasa voluntad de defender, "dentro de la legalidad", este servicio "como un monopolio con fines sociales". Crespo vende su gestión: "Nosotros nos autofinanciabamos, utilizábamos las instalaciones al 100% y dábamos un servicio excelente a un precio justo".

4.600 millones y unos velatorios vacíos

Los 650 millones que ha costado reparar el pórtico del cementerio de la Almudena son una minucia al compararlo con la sangría que ha supuesto el tanatorio Sur, con 60 velatorios, junto al cementerio de Carabanchel. El tanatorio Norte, junto a la M-30, dispone de otras 26 salas que estaban siempre a plena ocupación. Ahora el norte ha perdido un 30% de los servicios y el sur se ha llenado sólo a un 16% de su capacidad.El PP y el PSOE estaban y están de acuerdo en que hacía falta una nueva instalación. El ex concejal socialista Leandro Crespo quería algo menor, pero Simón Viñals, el actual edil, aseguró entonces que la ampliación era necesaria "para poder absorber en un futuro inmediato a los velatorios de la red hospitalaria". Esto no ha sucedido. Tampoco se ha logrado una buena relación con las compañías aseguradores, que copan el 70% de los servicios y que han emigrado, ante la carestía de los precios, a otros cementerios. El proyecto del nuevo tanatorio estaba prácticamente sellado por los socialistas, pero fue el actual concejal el que lo adjudicó en 3.107 millones a la constructora Agromán. La obra costó 4.670 millones.

Sus gastos, entre consumo, jardinería, mantenimiento, personal, vigilancia, anualidades del préstamo de la edificación..., se elevan a 1.300 millones anuales. Los ingresos previsibles, con la ocupación actual, no llegarán a 200 millones. El déficit acumulable, por tanto, se fija sobre los 1.000 millones anuales.

Con esta rémora poco se puede hacer, excepto traspasar la responsabilidad a otros. El alcalde dijo el viernes: "A veces lo que hace uno le estalla a los que le suceden".

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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