Los Reyes inauguran en Barcelona el reconstruido pabellón de la República
"Un gesto discreto y profundo". Esas fueron las palabras con que el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, calificó la presencia de los Reyes de España en el pabellón de la República, obra de Josep Lluis Sert y Luis Lacasa y primer albergue del Guernica, que se alza reconstruido en una de las laderas del Vall d'Hebrón barcelonés. El Rey, a primera hora de la tarde de ayer, lo dio por inaugurado, en presencia del ministro de Cultura, Jordi Solé Tura y de las autoridades catalanas
El alcalde Maragall fue el único que habló en el acto. El suyo fue un discurso concentrado y hondo. Aludió en primer lugar al "instante dramático" de la historia española que simboliza el pabellón, construido en 1937, en plena guerra civil y testimonio de la respuesta ética de la España, más tarde vencida, ante el alzamiento franquista. Luego, subrayando "el gesto de fraternidad discreto y profundo" que suponía la presencia real en el pabellón republicano, pidió, dirigiéndose al Monarca, "el patrocinio para que la singularidad catalana sea respetada del mismo modo que nosotros prometemos que la España plural del futuro será mucho más rica de lo que nunca fue".Maragall señaló, en clara alusión a la ausencia del Guernica -reclamado inútilmente por el Ayuntamiento al Ministerio de Cultura para este acto-, que algún día el ministro Solé Tura nos dará una gran alegría".
Los Reyes recorrieron posteriormente la exposición inaugural, que ocupa las tres plantas del pabellón y que muestra, bajo el título La ciudad renovada, un centenar de fotografías de Antoni Bernard con la nueva Barcelona como sustancia temática. En un momento del recorrido, la arquitecta Beth Galí, una de las organizadoras de la exposición, se acercó al Rey y prendió en la parte interior de su solapa una pequeña insignia metálica que reproducía la bandera republicana. El Rey, alegremente, señaló que el lado izquierdo de su chaqueta era en efecto el más idóneo, "porque está cerca del corazón". Un grupo de personas, poco nutrido pero fiel y apostado bajo un sol considerable a la puerta del pabellón, despidió a los Reyes entre vítores.
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