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Reportaje:

El Parlamento ruso se hace con 'Izvestia' pese a la oposición de Borís Yeltsin

La libertad de prensa, que subsiste precariamente en la Rusia poscomunista, ha provocado esta semana un choque frontal entre los sectores reformistas, con Borís Yeltsin al frente, y el Parlamento, controlado por los conservadores. El resultado del enfrentamiento ha sido la decisión parlamentaria, tomada a última hora del viernes, de apropiarse del diario Izvestia -uno de los medios más decididamente reformistas-, lo que ha llevado al ministro de Información, Mijaíl Portoranin, a decir que "esta decisión es el final político del Parlamento".

La ofensiva contra la prensa liberal protagonizada por los parlamentarios conservadores ha adoptado una doble forma: un proyecto de ley que prevé la creación de un consejo de supervisión con capacidad para controlar la gestión y las finanzas de la. prensa escrita y audiovisual, y una resolución que establece la incautación del diario lzvestia.En su última sesión previa a las vacaciones, el Parlamento no debatió finalmente el proyecto, pero sí discutió y aprobó -por 136 votos contra 23- la acción concreta contra el rotativo.

La resolución contra Izvestia supone un claro desafío a Yeltsin que había mostrado su apoyo a la actual línea del diario y se reunió el jueves con los representantes de los principales medios de comunicación -incluido el del primer canal de televisión, Yegor YákovIev, y el de Itar-Tass, Vitali Ignatenko- para mostrar su solidaridad con los que defienden la libertad de expresión.

"A nadie le está permitido ejercer presión sobre los medios de comunicación", afirmó entonces Yeltsin después de subrayar que las reformas no podrían seguir adelante sin la existencia de una prensa que ejerciera la crítica constructiva. Ayer, un comunicado de la presidencia rusa aseguraba que Yeltsin tomará todas las medidas necesarias ' "en el marco de la Constitución y de la ley de prensa", para proteger a los medios de comunicación.

Para el editor de Izvestia, Igor Golembiovski, la acción contra su periódico "es sólo el principio de un ataque a gran escala contra las libertades de información y expresión". Es un claro ejemplo, añade, "del revanchismo de la nomenklatura".

En ese mismo sentido, un comentarista de Komsomólskaya Pravda, otro de los abanderados del pluralismo informativo, consideró ayer que la acción parlamentaria está inspirada "por las fuerzas políticas que están por principio contra las reformas y quieren transformar a los medios de comunicación en obedientes instrumentos".

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Ofensiva general

Para los medios democráticos en definitiva, estos ataques de los conservadores forman parte de la ofensiva más general destina da a forzar una vuelta hacia e autoritarismo, que ya ha hecho renacer los rumores de un nuevo golpe de Estado.La resolución con que el Parlamento trata de provocar el cierre de Izvestia ha sido personalmente impulsada por el presidente del Legislativo, Ruslán Jasbulátov, que ha contado para su empeño con el apoyo pleno "de las fuerzas más conservadoras y revanchistas", según los términos utilizados ayer por el propio diario atacado. Jasbulátov empezó a moverse para imponer el cierre hace un par de meses, cuando, tras un fuerte enfrentamiento con el diario, los directivos de éste decidieron llevar al presidente del Parlamento ante los tribunales, por difamación.

El argumento oficial esgrimido por la Cámara para quedarse con Izvestia es que el diario perteneció al Sóviet Supremo de la URSS y que el Parlamento ruso, como heredero de las propiedades de la desaparecida institución, es el propietario legal del medio. El colectivo de periodistas que reinscribió Izvestia en él registro tras el golpe de Estado de agosto defiende que él ya era, el propietario antes de que el Sóviet Supremo de la URSS se disolviera en diciembre pasado, por lo que no puede formar parte de ninguna supuesta herencia.

Izvestia, con sus casi cuatro millones de ejemplares de tirada, es de entre los diarios que pertenecieron a organizaciones oficiales del régimen comunista el que más ha avanzado en la consolidación de una empresa periodística independiente y el que más se ha esforzado en ajustar sus informaciones a los baremos de objetividad imperantes en el mundo occidental.

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