La cabeza de Goya sirvió de olla en la Universidad de Salamanca
SERVIMEDIA El cráneo de Francisco de Goya y Lucientes, separado del resto del cuerpo cuando el pintor aragonés fue enterrado en el cementerio de La Chartreuse, en Burdeos (Francia), acabó sirviendo a modo de olla a unos estudiantes de la Universidad de Salamanca, que lo utilizaron para realizar un experimento con garbanzos.
Ésta es la tesis que defiende el editor Eugenio Gallego en, un artículo publicado bajo el título 'Empieza con una tumba y acaba con una bomba", en el número de la revista Claves correspondiente a los meses de julio y agosto.
Según el artículo, la calavera, que por algún motivo no estaba junto al cadáver de Goya, pudo haber sido utilizada para estudios médicos, fue retratada por otro pintor, sirvió a un hijo de este para hacer prácticas de anatomía y finalmente quedó destrozada por un experimento de física.
Cadáver hallado en Burdeos
Gallego narra cómo el cónsul de España en Burdeos, Joaquín Pereyra, descubrió por casualidad, en 1880, el decrépito panteón donde reposaban los restos de Goya y sus infructuosas gestiones durante 20 años para conseguir que el Gobierno español procediese a su traslado a España.
En ese tiempo, Pereyra. ordeno una primera exhumación en la que se descubrió la ausencia de la cabeza. El articulista refiere la falta de conocimiento sobre su paradero cuando el resto del cuerpo llegó a Madrid en 1899.
Cuando en 1929 se instalan los restos de Goya en su emplazamiento definitivo de la ermita de San Antonio de la Florida, enterraron con el ataúd un pergamino firmado por el rey Alfonso XIII, que indicaba que en el esqueleto faltaba la cabeza porque, "según es fama, fue confiada a un médico para su estudio científico, sin que después se restituyera a la sepultura".
Sin embargo, el autor del artículo asegura que por aquellos anos se desconocía por completo cómo y cuándo había desaparecido la cabeza y afirma que las suposiciones de una presunta utilización para el estudio "son vaguedades nacidas de la ignorancia".
En 1928, durante la celebración del centenario del nacimiento de Goya, en la Academia de Bellas Artes de San Luis, en Zaragoza, se presentó un cuadro que representaba el presunto cráneo de Goya, pintado por Dionisio Fierros en 1849.
Eugenio Gallego relata que según la esposa del pintor, la calavera fue utilizada por un hijo suyo que estudiaba Medicina en la Universidad de Salamanca para prácticas de anatomía. Según eso, en ese hijo y otros compañeros, para de comprobar la fuerza expansiva de los gases, usaron el cráneo para poner unos garbanzos en remojo, que al hincharse lo hicieron estallar.
Babelia
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