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La CSCE pretende ser el guardián de la paz en el Viejo Continente

Después de haber confirmado en 1975 las fronteras heredadas en Europa de la guerra fría y de consagrar en 1990 la distensión entre bloques rivales, la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) se dispone ahora a intentar convertirse en un órgano de mantenimiento de la paz en un Viejo Continente en el que, tras el colapso de la URSS, han emergido numerosos focos de tensión nacionalista. Todos los jefes de Estado y de Gobierno de los 52 países de Europa -excepto Yugoslavia-, EE UU, Canadá y las repúblicas asiáticas de la antigua URSS se reúnen hoy y mañana en Helsinki en la tercera cumbre de la CSCE en sus 17 años de existencia.

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La cumbre deberá aprobar una declaración cuya parte más relevante proclama el propósito de la CSCE de gestionar pacíficamente los cambios en Europa. Si los mecanismos de prevención de crisis no bastan para preservar la paz necesita un instrumento que no será, en ningún caso, un contingente propio como llegó a proponer Suecia. Las tres herramientas a las que podrá recurrir la CSCE son: la OTAN, la Unión de Europa Occidental (la única organización europea competente en materia de defensa) y un organismo militar de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) que casi sólo existe sobre el papel.

Estados Unidos, que ya logró en el Consejo Atlántico de Oslo en junio que la OTAN se declarase dispuesta a poner sus recursos a disposición de la CSCE, se ha enfrentado con Francia en las reuniones de altos funcionarios preparatorias de la cumbre a propósito de la formulación de las solicitudes de intervención dirigidas a la Alianza. "A los franceses", explicaba el lunes el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Klaus Kinkel, "les gustaría que estas peticiones se hagan a los países miembros de la OTAN y no directamente a la OTAN", como desearía EE UU. París anhela además, señalaba el portavoz del Elíseo, Jean Musitelli, que la CSCE conserve "el control de la operación" de mantenimiento de la paz aunque corra a cargo de la OTAN.

Al pretender convertir a la OTAN en una especie de brazo armado de la CSCE, Washington intenta en el fondo revitalizar a una alianza militar que ahora carece de enemigos fijándole nuevos objetivos. "La OTAN", repetía el 2 de julio el presidente George Bush, "es y seguirá siendo la más eficaz e importante organizacón de defensa en Europa". A través de ésta, EE UU se esfuerza en definitiva por mantener una gran influencia en un continente en el que ha empezado a reducir sus fuerzas.

En esta polémica franco-norteamericana, el Reino Unido y Holanda han sido los mejores aliados de EE UU mientras Bélgica y España se alinearon en un primer momento con Francia. "España comparte más bien la posición francesa", afirmaba el martes el jefe de la diplomacia española, Javier Solana.

Pasarelas con África

Aunque más modesto que el francés, la delegación española ha mantenido también su pulso particular con EE UU cuando pretendió establecer puentes de cooperación entre la CSCE y los países mediterráneos no europeos, empezando por los magrebíes. "Los puentes se han quedado en frágiles pasarelas", comenta un diplomático español, "que distan mucho del estatuto de observador" que obtendrá, por ejemplo, Japón en la CSCE.

Además de un brazo armado para preservar la paz, la CSCE necesita ante todo acabar con la regla del consenso para la toma de decisiones -que empezó tímidamente a resquebrajarse en la reunión ministerial de Praga en enero- y disponer de instrumentos jurídicos eficaces que, sin embargo, no serán aprobados por la cumbre de Helsinki.

Francia y Alemania, que han jugado un papel destacado en la preparación, propusieron crear un tribunal de arbitraje, parecido al que preside Robert Badinter sobre Yugoslavia, y elaborar un tratado de seguridad europeo, vinculante jurídicamente, que quedó después rebajado a un código de buena conducta y no agresión cuyos violadores serían sancionados casi automáticamente. Reacio a someterse a cualquier jurisdiscción obligatoria, para poder mantener así las manos libres, EE UU se ha cargado la iniciativa con el respaldo de sus aliados tradicionales.

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