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El Centro Pompidou se desmorona en su 15º aniversario

105 millones de personas visitaron el museo

A los 15 años de su inauguración, el Centro Georges Pompidou se cae a pedazos. El edificio concebido por Renzo Piano y Richard Rogers tiene ya mucho más achaques que la catedral de Notre-Dame y la torre Eiffel juntos. Sus frágiles materiales se han deteriorado, su mantenimiento resulta carísimo y sus espacios son insuficientes.

Sin embargo, el Beaubourg sigue atrayendo a la juventud. De hecho, con 105 millones de visitantes en tres lustros, es uno de los lugares más frecuentados del mundo. Estos días, el Pompidou celebra su nacimiento con una gran exposición antológica denominada Manifeste. Y como viene ocurriendo desde 1977, 25.000 personas atraviesan cada día la gran plaza desbordante de músicos, saltimbanquis, tragafuegos, faquires, payasos y retratistas para penetrar en la extraña estructura tubular. Una vez dentro, la gran mayoría emprende de inmediato la ascensión hacia el mayor balcón panorámico de París.El éxito internacional del Beaubourg contrasta con la manía que le tienen tantos habitantes de la capital francesa. Una encuesta realizada por el diario Le Parisien revela que el Beaubourg ocupa el primer lugar en la lista de los monumentos más odiados por los parisienses. "Cuando el Centro Georges Pompidou fue abierto", escribe Sibylle Vincendon en Libération, "llovieron epítetos amargos, pero ahora hay que sacar el pañuelo para hablar de él. Repleto de defectos, envejecido rápidamente, abandonado durante mucho tiempo por los poderes públicos, el centro da pena".

Dominique Bozo, quinto director del centro en tres lustros, ha encargado a Renzo Plano una rehabilitación general del conjunto.

Hijo de la opulencia

Cuando Renzo Piano y Richard Rogers concibieron el Beaubourg, el mundo occidental estaba dominado por dos sentimientos generales. Uno de ellos era la creencia en que el petróleo era una fuente inagotable de energía barata. Como dice Pontus Hulten, un ex directivo del centro, el Beaubourg es "hijo de la opulencia, del dinero a manos llenas, del todo es posible y el no hay límites". El otro gran fenómeno del momento era el Mayo del 68. Los dos arquitectos diseñaron un antimonumento concebido para provocar a los burgueses y promocionar una cultura juvenil, lúdica y colectiva.Ahora, el Beaubourg paga el precio de aquellos optimismos. Muchas de sus tuberías están oxidadas, la pintura se despega en algunos, la calefacción eléctrica del conjunto acristalado cuesta un ojo de la cara, el permanente cambio de vidrios y moquetas, el otro. Por todas partes falta espacio. A todo esto se une una situación económica angustiosa. El presupuesto anual del centro es de 506 millones de francos, de los que sólo el 15% proceden de los ingresos propios, frente al 33% del Louvre y el 40% del Museo de Orsay.

Y sin embargo, Piano sigue creyendo en su criatura. "Un pequeño soplo de amor, sería suficiente para recalentar esta casa".

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