Ramos promete medidas "quirúrgicas" para reconstruir Filipinas

Fidel Ramos, de 64 años, ex ministro de Defensa, militar hasta su reciente incorporación al mundo de la política, juró ayer su cargo como nuevo presidente de Filipinas y anunció medidas de carácter quirúrgico para poder reconstruir un país empobrecido por los desastres naturales y la ineficacia de sus gobernantes. Horas antes, cuatro bombas, cuya colocación fue atribuida a un grupo militar en rebeldía, hicieron explosión en tres bancos de Manila y en una estación ferrovaria sin causar víctimas mortales. "Tenemos poco tiempo para prosperar. No podemos fallar", declaró Ramos.El primer presidente protestante de una nación mayoritariamente católica, de quien se dice que comienza su jornada laboral a las cuatro de la madrugada, hereda de Corazón Aquino una larga lista de problemas y una democracia con seis años de vida tras dos décadas de dictadura.

"Deberemos recurrir a remedios próximos a la cirugía", advirtió Fidel Ramos en el acto de investidura, al que asistió el anterior primer ministro japonés Toshiki Kaifu, ministros de Asuntos Exteriores de diferentes países y, en representación de Estados Unidos, Eleaine Chao, directora del grupo de voluntarios Cuerpo de Paz.

Washington ha reducido la ayuda a Filipinas tras el obligado desalojó de sus bases en el archipiélago, y las relaciones bilaterales, como demuestra el bajo nivel de representación en la jornada de ayer, no se encuentran en su mejor momento. "No necesitamos ayuda, sino comercio", manifestó recientemente Ramos, que había invitado personalmente a Dick Cheney, secretario de Defensa.

Fidel Ramos, que mantiene en su Gabinete a siete ministros de Aquino pero sustituye a los titulares de las principales carteras, se mostró partidario de levantar las actuales barreras proteccionistas comerciales y acelerar las reformas económicas. Reconoció también que Filipinas "fue una vez el puntal del sureste asiático. Hoy, nuestros vecinos, uno por uno, nos dejan atrás". Miles de policías, tiradores apostados en los tejados y un fuerte despliegue de seguridad en alerta roja acompañó la proclamación presidencial.