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Tormenta en el consulado de Miami

El diplomático español depuesto se niega a dejar su mansión por creer injusto su despido

El Consulado General de España en Miami no es lo mismo desde hace cuatro meses. Durante este tiempo, su funcionamiento se ha visto afectado por el enfrentamiento del depuesto cónsul Eric Martel con el Ministerio de Asuntos Exteriores. El anterior titular se resiste a aceptar su cese y a abandonar la residencia diplomática hasta que los tribunales españoles de terminen si su despido fue injusto y, por ello, ser restituido.Martel, con casi 30 años en el servicio diplomático, sostiene que su honor está en juego y que ha sido sancionado injustamente sin mediar expediente. El Departamento de Estado norteamericano ha revocado su visado diplomático y le ha advertido que debe abandonar el país con su familia, o de lo contrario será deportado y no podrá regresar más a Estados Unidos.

En la mansión que ocupa Martel, en la antigua zona colonial de Coral Gables, el conflicto ha dejado sus huellas. Las relucientes escalinatas de mármol y elaborada arquitectura exterior de la enorme casona de dos plantas contrastan con el olor a moho. Martel mismo abre la puerta y señala el camino hasta la sala familiar, desde la cual se aprecia la piscina, sucia por el follaje caído de los árboles que nadie ha limpiado.

Al caer la tarde la casa está a oscuras. Agua, luz y teléfono fueron cortados hasta que él se hizo cargo de las cuentas que se pagaban antes a cuenta del consulado. Alega que no puede abandonar la residencia por un padecimiento cardiaco que le impide viajar y, como no ha recibido su salario en cuatro meses, no tiene recursos para mudarse. Además, sus abogados le han dicho que, al estar su caso en los tribunales, sigue siendo el guardián de la residencia, propiedad del Estado español, en tanto no haya orden de desahucio.

Mientras tanto, el nuevo cónsul, Fermín Prieto Castro, quien asumió en marzo la sede diplomática, está viviendo en un hotel y no ha podido traer a su familia. "No tengo dónde meterlos", se queja. "Martel debería aceptar la realidad de que ha sido cesado oficialmente y abandonar esta actitud, que no tiene precedentes en la historia de la diplomacia española".

Martel reconoce que en el consulado había efectivamente "tensiones", pero sostiene que debió abrirse un expediente. "Si se me echa, que se me acuse de algo y que se me dé una oportunidad de defenderme", dice.

Sobre las razones para su destitución, Martel maneja conjeturas. Descarta que la causa sea la denuncia hecha a la prensa por Comisiones Obreras de que se apropiaba de parte del salario de su criada. "Eso es ridículo, es puro cotilleo de vecina", señala indignado. Cree que los motivos son otros, como su "tozuda oposición" a convertir el viaje de las réplicas de las carabelas a EE UU en una empresa con

fines comerciales, así como sus exigencias a Asuntos Exteriores de que aumentara el personal del consulado, que atiende a unos 30.000 españoles y 250.000 cubanos hijos de españoles con apenas la mitad de funcionarios asignados a otras sedes diplomáticas, como la de Nueva York.

Ahora sólo le queda esperar que los tribunales determinen si tiene razón o no en los tres recursos que ha interpuesto contra Asuntos Exteriores, pidiendo su reposición. "Tengo la esperanza de volver a ser cónsul aquí. Por eso estoy luchando".

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