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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

A vueltas con Maastricht

Por boca de nuestros políticos, incluyendo el presidente del Gobierno, se dice al pueblo español que no es necesario un referéndum sobre acuerdos tan nombrados y criticados últimamente; mucho me temo que la consulta sería con tendencia negativa, y por ese motivo es mejor no tocarlo y dejarlo como está.Cuando naciones más avanzadas que la nuestra y con más experiencia en democracia consultan a sus ciudadanos sobre temas de importancia para el futuro, es como para pensar que se nos considera de segundo término, y así seguiremos. No obstante, nuestra entrada en Europa, ese ordeno y mando sin contar con los demás, es algo que escapa a mi entender y no concuerda con el sentido de la palabra democracia.

Si ahora no se cuenta con nosotros en algo tan primordial como es nuestro futuro europeo, debiéramos responderles de la misma manera el día que se convoquen nuevas elecciones generales. Nos consultan en interés de minorías, pero en este caso se denota un acusado interés en que esto siga adelante, con la totalidad de las naciones o con una minoría; luego, si nos hemos equivocado, y como el rectificar es de sabios, ya estamos servidos.-

Gracias, Dinamarca. Gracias a vosotros, que os preguntan, por hacer ver a los dirigentes de toda la CE que no son lo mismo los países reales que los países oficiales; es decir, que no es lo mismo la Europa de los Pueblos que la Europa de los Estados.

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Quizá la unión económica es útil para los ciudadanos de los 12 países de la CE (facilitaría el comercio y en cierto modo las relaciones entre los pueblos) pero la unión política que comportan los acuerdos de Maastricht significan (al menos para mí) un mayor control y, por tanto, una me-

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nor libertad para el ciudadano de a pie al crearse un Estado supranacional, con superpoderes, sobre los Estados ya existentes. Para los ciudadanos europeos esto significaría un nuevo nivel por encima de sus vidas, y por ende, un alejamiento de su capacidad de influir en la vida política. Es decir, un incremento del déficit democrático que dicen ahora.

Desde hace algunos años, los acuerdos que nuestros representantes firmaban en Bruselas provocaban malestar en España: reconversiones, reducciones a la cuota ganadera, trabas a la agricultura, etcétera; si bien también se reciben contrapartidas (subvenciones a zonas deprimidas, etcétera).

Yo también, como los daneses, tengo la impresión de que nuestro futuro se decide en Bruselas y no en el Parlamento propio; de que a los Gobiernos que nos dirigen, incluidos también diputados y senadores, no les interesa la opinión de sus connacionales y sólo esperan de ellos que contribuyan al Estado pagando sus impuestos y votándoles cada cierto tiempo. Dinamarca ha dado un toque. -Gracias, Dinamarca.- Miguel Angel Pérez Ureña. Villanueva del pardillo, Madrid.

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