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El calentamiento de la Tierra puede elevar más de medio metro el nivel del mar el próximo siglo

Eso tantas veces escuchado a los abuelos: "El tiempo se está volviendo loco", "ya no nieva como nevaba antes", rematado con un "¿adonde vamos a llegar?", ha adquirido carta de naturaleza -nunca mejor dicho- científica con el término: cambio climático. Es la peor amenaza que sufre el planeta por contaminación atmosférica. Las palabras del abuelo refunfuñón se han transformado en algo mucho más grave. Hasta el punto de que el Gobierno español decidió hace una semana crear la Comisión Nacional del Clima.

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¿Qué es lo que está pasando? La temperatura -el tiempo y el clima- dependen de la compleja interacción de las diferentes partes que forman la Tierra con la radiación solar. Aparte de los factores naturales -en la prehistoria ha habido acusados cambios climáticos; los más conocidos son las eras glaciares-, también el ser humano puede modificar el clima. La principal influencia es la emisión de los gases causantes del efecto invernadero, entre los que destaca el dióxido de carbono, hasta ahora más conocido como anhídrido carbónico, que es emitido especialmente por el empleo de los combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas.

Este efecto se produce porque esos gases forman una especie de casquete en la atmósfera que impide liberar las radiaciones solares en su camino de vuelta, una vez que han sido rebotadas por la superficie terrestre en forma de radiaciones infrarrojas. O sea, que la Tierra, de forma simplificada, se acaba convirtiendo en algo así como un invernadero.

¿Qué puede pasar? En pocos casos como en éste el manejo de cifras puede acabar dando visiones tan catastrofistas. Baste recordar la petición de 226 científicos en el Llamamiento de Heidelberg hecha la víspera de la inauguración de la Cumbre de la Tierra. En ella previenen contra "una ideología irracional que se opone al progreso científico e industrial y obstaculiza el desarrollo económico y social". Los firmantes apelan a que "todos los criterios se basen en datos científicos".

Como las estimaciones sobre la evolución de la temperatura se estaban descontrolando -desde quienes dicen que la Tierra se está enfriando hasta quienes señalan que el casquete polar ártico empezará a fundirse antes del 2050-, en 1988 se fundó el IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático). Para prever las repercusiones en España, el Gobierno creó hace una semana la Comisión Nacional del Clima. Siguen las dudas sobre si el cambio climático provocado por la acción humana ha comenzado ya, o todo se debe a variaciones naturales. Pero casi nadie duda de que la concentración de estos gases puede influir.

Indico y Pacífico

La predicción del clima futuro -hasta el año 2100 en el informe del IPCC- varía, según los diversos modelos climáticos, entre 1,5° y 4,5° de aumento de la temperatura media. Las consecuencias son el punto clave de la alarma mundial: el nivel del mar, según la ONU, puede subir hasta seis centímetros por década por la expansión del agua al calentarse y por la fusión de los glaciares. Grandes zonas costeras quedarían inundadas. Los grandes deltas del mundo -Egipto, Bangladesh, Vietnam, Pakistán, Nigeria- desaparecerían; aunque el destino más incierto es para los estados insulares del Índico -Islas Malvinas- y Pacífico -Kiribati, Tuvalu…-. En España, la zona con mayores riesgos es el delta del Ebro. Los países menos afectados por la subida sufrirían la presión de grandes masas de población emigrante. Entrar, sin embargo, en repercusiones más concretas por países es difícil por lo imposible de aplicar los modelos climáticos a zonas específicas. Por otro lado, el calentamiento agudizaría la desertización: el hambre se puede duplicar.

¿Qué se puede hacer? La mejor forma de evitar el efecto invernadero es poner límite al dióxido de carbono. Algo difícil porque ataca la base misma de la industrialización. La CE ha intentado conseguir un compromiso de todos los países desarrollados para estabilizar las emisiones del año 2000 en los niveles de 1990; pero EE UU, que ve en estas medidas un fuerte obstáculo a su desarrollo, no está por la labor. Alude a que aún no hay certeza científica de tan maligna influencia del hombre y ha conseguido que el Convenio del Clima sea algo genérico que no recoge compromisos en forma de fechas y cantidades. Otro medio es preservar las grandes masas verdes, ya que plantas y árboles absorben anhídrido carbónico para, como enseñan los primeros manuales escolares, realizar su función clorofílica.

También la CE ha intentado establecer un impuesto ecológico que grave las energías más contaminantes, pero en este punto ni los doce se han puesto de acuerdo. España sigue defendiendo su derecho a aumentar los niveles de dióxido de carbono hasta alcanzar la media comunitaria.

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