'Abogaditos' en el Morocco
La aplicación del derecho de admisión depende a menudo de la hora o el lleno que registre el garito. En Hanoi, en la calle de Hortaleza, con una dura lista de requisitos, se pudo entrar tras un breve interrogatorio. "¿Cuántos sois?". "Siete". "¿Tenéis tarjeta de socio?". "¿Hace falta"?. José Gimbel, director del centro Regíonal de Información Juvenil de la Comunidad (pelo tieso, pantalones y camisa vaquera) acercó su rostro al portero, que llevaba bastón y un parche en el ojo. "¡Anda, venga, son sólo cinco minutos". El del parche retrocedió, y con cara de aseo empujó la puerta del paraíso. Pronto se supo por qué. El interior estaba casi vacío.Lo mismo ocurrió en Archy, en la calle del Marqués de Riscal, pasadas las 4.30. "Bueno, pasad, porque ya vamos a cerrar", dijo el portero, empuñando el taco de entradas.
Una hora antes, en la sala Morocco, el portero había lanzado una discreta ojeada a la pinta de los visitantes. "Son 1.000 pesetas", dijo tajante. Las dos periodistas y el gerente del Consejo de la Juventud de la Comunidad pidieron entonces la lista de precios. Por entrar, 4.000 pesetas. "Así disuaden a quien no quieren que entre", comentó el joven. Al lado de la lista, los requisitos de admisión: "Indumentaria inadecuada, falta de aseo personal, alborotadores comprobados o personas bajo efectos de sustancias psicotrópicas".
"A mí nunca me han cobrado por entrar".
"Para eso hay que ser socio o tener carné".
"Yo no tengo carné y además, eso es ilegal".
"Yo no sé si es legal o no, el carné lo da el relaciones públicas., y sólo está de lunes a viernes por la mañana" (sic).
Mientras tanto, otras personas entraban sin pagar. Los visitantes preguntaron por el encargado. Inútil. Y después, por la hoja de reclamaciones. Igualmente inútil.
"Pues tiene que darnos la hoja, está obligado. Mire...". La periodista saca el folleto de la campaña.
"O sea, que os dan este folleto y venís de abogaditos".
Otro portero, más conciliador, interviene. "La gente no sale los sábados a armar follón. Si vale lo mismo la copa en la barra". Al final reconoce que una cerveza es más barata que la entrada.
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