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LA HUELGA GENERAL

Redondo y Gutiérrez amenazan con "otro 14-D" si el Gobierno no cede

Los secretarios generales de UGT y CC OO, Nicolás Redondo y Antonio Gutiérrez, amenazaron ayer con convocar "otro 14-D" si el Gobierno socialista mantiene sus posiciones en materia de política industrial, empleo y prestaciones sociales. Ambos sindicalistas hicieron esta advertencia en el mítin que puso fin a la manifestación con la que concluyó la jornada de paro en Madrid. A la marcha acudieron unas 200.000 personas, según fuentes sindicales, cifra que otras fuentes redujeron a 50.000. Esta manifestación y la de Barcelona fueron las más multitudinarias de las 140 que se desarrollaron en toda España. El líder de UGT, que clausuró la manifestación en la Puerta del Sol dos horas después de su inicio en la plaza de Cibeles, fue especialmente duro con el presidente del Gobierno, Felipe González; el ministro de Economía, Carlos Solchaga, y el presidente de la patronal, José María Cuevas.

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Las centrales aceptan negociar sin condiciones previas

Nicolás Redondo, que calificó la jornada de "éxito rotundo", acusó a Felipe González ole emplear con exceso la fuerza policial contra los trabajadores y le advirtió: "El autoritarismo puede ser peligroso, como ha demostrado nuestra historia más reciente".

Redondo fue elevando el tono de sus acusaciones: "Aquí, el cabreo ha sido mayor que en el 14-D. Está uno harto, harto hasta la médula. Hasta aquí hemos llegado". Con el mismo acaloramiento, el líder ugetista acusó al Gobierno de ser "casi cómplice de la élite de los corruptos. Hay que medir a todos por el mismo rasero, no ser duro con los débiles y reverencial con los poderosos".

Por su parte, Antonio Gutiérrez, más comedido en sus calificativos, centró su intervención en recalcar que la jornada del huelga había sido un rotundo éxito. "Ese éxito hace nuestra oposición más fuerte que ayer", aseguró. El líder de CC OO instó al Gobierno a que atienda las demandas de las centrales en el menor plazo posible: "Si González tarda en digerir el 28 de mayo, y si tanto insisten en compararlo con el 14-D, tendrán otro 14-D".

Redondo y Gutiérrez rechazaron rotundamente el decreto que recorta las prestaciones de desempleo pero no pidieron su retirada como condición previa para negociar con el Gobierno.

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Incidentes en Barcelona

La manifestación de Barcelona concluyó con una dura carga policial ante la comisaría de Vilardell, situada en la Vía Laietana, frente a la que fue detenido un joven. El incidente ocurrió sobre las 20.00, cuando la policía detuvo a un manifestante, acusado de pinchar ruedas de vehículos policiales. En ese momento, el grueso de la manifestación, ajeno a lo que sucedía metros atrás, prosiguió el recorrido fijado, mientras que un segundo grupo, formado por miles de personas, se concentró ante la comisaría. Ese primer grupo de manifestantes -un total de 80.000, en opinión de los convocantes, 20.000, a juicio de la Guardia Urbana- se concentró en la plaza de la Catedral, para escuchar las intervenciones de dirigentes de las centrales sindicales CC OO y UGT.

Poco después, una delegación parlamentaria, integrada entre otros por Rafael Ribó y Antonio Gutiérrez Díaz, de IC, y Ángel Colom, de ERC, negociaba con los mandos policiales la libertad del detenido. En la calle, los participantes increpaban a los policías.

Cuando Colom y Gutiérrez Díaz consiguieron el compromiso de los mandos policiales de que el detenido sería trasladado a los juzgados, los efectivos antidisturbios concentrados frente a la comisaría comenzaron a abandonar la zona. Tras un malentendido, alguien arrojó un tiesto desde un piso y estalló un petardo, lo que provocó una carga policial.

Minutos después, Colom y Gutiérrez acompañaron en un furgón oficial al detenido hasta el juzgado. Entonces fueron detenidas otras dos personas.

La manifestación de Valencia congregó a unas 15.000 personas que denunciaron la actuación policial contra los piquetes. En Sevilla desfilaron por las calles unas 3.000 personas, entre ellas algunos agentes de policía, ya que la marcha también fue convocada por tres sindicatos policiales. En la capital aragonesa marcharon unas 20.000 personas según cálculos de los sindicatos, aunque la policía rebajó esta cifra a 8.000.

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