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La mentira como solución

Muchos niños mienten, según los psicólogos, para hacer frente a carencias y presiones

Mentir es una técnica que todos los niños aprenden. Es una herramienta para evitar el reproche o el castigo, y para apuntalar una mala autoimagen. Hacerlo repetidamente puede ser un síntoma de problemas ocultos, cada uno de los cuales requiere una respuesta diferente por parte de la familia. Los investigadores se muestran de acuerdo en que el motivo más común para la mentira, especialmente entre los niños más pequeños, es el temor al castigo, aunque también tiene que ver con las expectativas poco realistas de algunos padres. Desde el punto de vista del niño, mentir es, muchas veces, la solución más idónea para salir de una situación de apuro.

Aunque todos los niños mienten, unos lo hacen mucho más que otros. Los psicólogos que estudian la mentira han encontrado pautas que les ayudan a predecir quiénes serán los niños más mentirosos. "La diferencia clave está en el bienestar emocional del niño", manifiesta la doctora Carolyn Saarni, profesora de Asesoramiento en la Universidad Estatal de Sonoma, en Rolinert Park, California. 'Tos niños que son mentirosos crónicos no se sienten a gusto consigo mismos", afirma.Esto es especialmente cierto cuando el castigo es severo o cuando los padres tienen expectativas poco realistas con respecto a las posibilidades de sus hijos. Saarni puso el ejemplo de una familia a la que recientemente había asesorado: el padrastro de una niña de cinco años insistía en que ésta hiciera cosas como colocar en su sitio toda su ropa sin que se lo pidieran y recoger los platos y cubiertos de la mesa después de cenar. Y si no lo hacía, la castigaba. La niña recurría con frecuencia a la mentira cuando se le olvidaba hacerlo, que era muy frecuentemente.

Mentirosos crónicos

En opinión de Saarni, Ias expectativas del padrastro iban más allá de lo que es capaz de hacer un niño normal de esa edad. La niña manejaba esas situaciones de la mejor manera que sabía: mintiendo. Pero el problema no estaba, en realidad, en que la niña fuera una mentirosa, sino en las desmedidas expectativas del padrastro".

Desde la perspectiva de un niño, una mentira puede ser simplemente la mejor solución a un problema que cree tener en ese momento. El desafío real para los padres de los mentirosos crónicos no es adivinar las mentiras, sino encontrar los problemas subyacentes y ayudar al niño a aprender otras respuestas. He aquí algunas ideas que podrían ayudar.

En primer lugar, el padre debe preguntarse si está permitiendo a su hijo decir la verdad. Con mucha frecuencia los niños mienten para evitar un castigo. "¿Qué piensa su hijo que hará usted si él le cuenta lo que realmente sucedió?", deben preguntarse. "A pesar de que, como adultos, hemos legislado para no ser obligados a testificar contra nosotros mismos, pedimos, sin embargo, a nuestros hijos que lo hagan sistemáticamente", dice el doctor Paul Ekman, profesor de Psicología en la Escuela Médica de la Universidad de California, en San Francisco. "Algunos niños me explicaron que se sentían culpables y quisieron contar a sus padres la verdad, pero no lo hicieron por miedo al castigo".

El segundo paso es buscar en la forma de mentir las pistas para averiguar lo que realmente está sucediendo. Y las pistas están tanto en las situaciones como en los contenidos de las mentiras. Para el doctor Michael Lewis, director del Instituto para el Estudio del Desarrollo del Niño de la Escuela Médica Robert Wood Johnson, en New Brunswick, Nueva Jersey, "es más preocupante cuando las mentiras se dan en escenarios diversos, es decir, cuando el niño miente tanto en la escuela como en casa o con los amigos". Un niño que tiene problemas de autoestima es probable que mienta en situaciones muy variadas. En cambio, un niño que tiene miedo al castigo mentirá en determinadas situaciones y sólo ante las personas que le provocan temor.

En tercer lugar, hay que tener en cuenta que mentir es un acto que implica al menos a dos personas, y no sólo al niño. El doctor O. J. Sahler, profesor de Pediatría y Psiquiatría en la Universidad de Rochester, ha dado a muchos padres este consejo: "Si quiere que su hijo deje de mentir, usted también tiene que cambiar su actitud". Sahler aconseja a los padres que se pregunten a sí mismos si sus propias pautas sobre la mentira no habrán dado a su hijo el mensaje de que puede ser correcto que en determinadas ocasiones no digan la verdad.

Evitarles la tentación

Muchas veces son los propios padres los que ofrecen al hijo la tentación de mentir. Por ejemplo, si el padre sabe que el hijo ha llegado a casa más tarde de la hora permitida, no debe preguntarle si ha llegado a la hora que debía. Y si a pesar de ello el hijo insiste en mentir, debe interrumpirle y decirle claramente que ya sabe que llegó tarde.

Ekman añade que es mejor para los padres no jugar a policías de sus hijos y ejercer, en cambio, el papel de educadores. "Es preferible que el padre ayude a su hijo a aprender a hacer las cosas que él quiere hacer sin necesidad de mentir. Si todo, lo que los niños aprenden es que serán castigados cuando se les coja mintiendo, lo que aprenderán es a ser mejores mentirosos", afirma.

Un signo de crisis o rebeldía

L. K.Los niños en edad escolar mienten muchas veces para aumentar su autoestima y realzar su posición social. Por ejemplo, pueden pretender haberse encontrado con una particular estrella del rock, un actor o una figura del deporte, o pueden exagerar la riqueza de sus padres. No vale la pena preocuparse por mentiras ocasionales como éstas, porque son normales en los juegos infantiles, en que los niños tratan de sobresalir sobre los demás.

Pero las mentiras repetidas sobre su posición social constituyen un síntoma de algún tipo de problema psicológico. El doctor Michael Lewis, director del Instituto para el Estudio del Desarrollo Infantil en la Escuela Médica Robert Wood Johnson, en New Brunswick, New Jersey, afirma: "Ello nos dice que el niño tiene una mala actitud respecto a sí mismo. Hay que preguntarse si se ha sentido humillado o inútil. ¿Está siendo ignorado? ¿Ha sido el blanco de bromas, se le ha menospreciado?".

Por lo que a los niños mayores se refiere, la mentira crónica constituye a menudo una rebelión contra las prohibiciones, una forma de desafiar la autoridad del padre. Los adolescentes piensan que ya no deben contar a sus padres todo lo que hacen.

"Cuanto más entrometidos o excesivamente interesados sean los padres respecto a sus hijos, más probable es que los preadolescentes y los adolescentes mientan y traten de omitir información a sus padres", afirma Carolyn Saarni, profesora de la Universidad Sonoma, en California. Esto se hace a menudo de manera descarada, para subrayar la necesidad de una vida privada. ¿Adónde fuiste? A ninguna parte. ¿Qué hiciste? Nada. ¿Quién estaba allí? Nadie que conozcas.

Paul Ekman, profesor de Psicología de la Universidad de California, en San Francisco, afirma: "El mayor control que se puede tener es el de la información. Los niños mentirán si sus padres no les conceden el derecho de tener una vida privada. Para crecer necesitan tener vida privada y autonomía".

Mentir más puede ser también una señal de que algo va mal con la familia. Si es así, con frecuencia va acompañado de mal comportamiento y constituye en realidad una clamorosa petición de ayuda.

Traducción: M. Carmen Ruiz de Elvira.

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