Los estudiantes amenazan con tomar Bangkok de nuevo si se retrasan las reformas
Tres mil estudiantes con banderas blancas y flores marcharon ayer por la avenida del Monumento a la Democracia de Bangkok, mientras sus líderes en la Universidad de Ramkhamhaeng amenazaban con tomar de nuevo las calles de la capital si el primer ministro, general Suchinda, no dimite o se retrasa en las prometidas enmiendas constitucionales. Las movifizaciones han terminado en Tailandia con la íntervención del rey, Bumibol Adulyadej, instando a la reconciliación nac onal, pero la crisis continuará este lunes en el Parlamento con un debate sobre la modificación de la Constitución nacional.
Las fuerzas democráticas, que mantienen entrevistas con los jefes del Ejército para ordenar el proceso, exigen que se establezcan medidas legales para impedir que los militares decidan el titular de la jefatura de Gobierno.El último foco de la resistencia estudiantil terminó en la Universidad con una oración budista y advertencias de revueltas más violentas. Tampoco se observó gran entusiasmo entre los grupos de personas concentrados en las inmediaciones del hotel Royal para comentar los últimos acontecimientos y abuchear a los soldados que se replegaban en camiones.
No hay gran complacencia popular por la tregua acordada entre el general Suchinda y el antiguo gobernador de Bangkok, Chanllong Srimuang, a pesar de que la mediación real sea considerada como una garantía entre los corrillos que observan los impactos de las balas en las fachadas, las huellas de sangre en algunas aceras o el pantalón colgado en la rama de un árbol a más de cinco metros de altura.
"El nivel de confianza en los militares es muy bajo", aseguraba un abogado sin dar su nombre, porque todavía tenle las represalias. "No hay país civilizado donde los soldados hayan hecho lo que han hecho aquí". Tras su liberación, Chanllong declaró que se ha dado "un paso adelante, pero el futuro del movimiento por la democracia es imprevisible".Batallones de barrenderos sustituyeron ayer a las unidades de la aviación y del Ejército de Tierra que días antes limpiaron a tiros las principales avenidas de la parte oeste de Bangkok. Patrullas de soldados recorren discretamente las calles de esta ciudad, pero su desquiciante tráfico, los enderetes y la apertura de comercios y oficinas le han de vuelto gran parte de la normalidad.perdida. El toque de queda ha quedado levantado y fueron puestas en libertad la mayor par te de las aproximadamente 3.000 personas detenidas durante cua tro días de violencia sin prece dentes que provocaron pérdidas calculadas en cerca de 1.000 millones de dólares.
Las secuencias televisadas del horror callejero y la impunidad militar en la represión policial no sólo espantaron a los propios tailandeses, sino también a potenciales inversores. "Tardaremos meses, quizá años, en recobrar la imagen internacional de Tailandia como un país pacífico, abierto, estable y trabajador", editorializaba el diario Bangkok Post. "Los soldados guardafronteras han sido los peores. También lo fueron en l973", recordaba un funcionario de la asociación de abogados.
Dimisión inminente
El general Suchinda, quien en 1991 lideró un golpe contra el primer ministro electo, Chaticha,i Choorihavan, nada dijo de su dimisión en su comparecencia en la noche del miércoles junto a Chainlong, pero pocos creen que pueda mantenerse en el poder por mucho tiempo.La nueva y pujante clase media tailandesa le ha vuelto la espalda después de su torpe actuación durante los trágicos sucesos, y la creencia generalizada es que será apartado de la jefatura de Gobierno, como muy tarde, cuando el texto constitucional sea enmendado.
El último recurso
La determinante intervención del rey Bumibol Adulyadej en la crisis tailandesa fue recibida positivamente por los habitantes de Bangkok, y pocos escatimaron expresiones de cariño hacia la institución real. Sin embargo, entre muchos opositores al Gobierno no pasó inadvertida la tardanza del monarca en pronunciarse sobre una situación que había adquirido extrema gravedad. Joton Areeya, vicepresidente (le Campaña para una Democracia Popular, indicaba: "Quizás las cosas no hubieran sido tan sangrientas si el rey interviene antes, pero no sabemos en qué situación se encontraba". Algunos llegaron a pensar que apoyaba la represión del generalSu chinda, pero fueron más quienes creyeron que estaba en su poder. Areeya comentaba con un grupo de corresponsales: "El rey es el último recurso. No podemos utilizarlo frecuenterriente". Tanin Kraivisien, antiguo primer ministro, destacaba en su libro sobre la realeza la intervención del rey en los sucesos de 1973 y durante el, golpe de Estado de 1981: "Cuando el pueblo teme un. golpe instintivamente mira hacia el trono". En febrero del, ano pasado se registró el último, y la mayoría de los jóvenes que se manifestaban estos días son de la opinión de que el rey apoya la dimisión de su principal instigador, el general Suchinda, y la reforma constitucional.
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