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La derrota del candidato mejor organizado prueba la división del electorado filipino

Juan Jesús Aznárez

La aceptación de su derrota electoral por Ramón Mitra, el candidato que supuestamente contaba con la mejor organización en las elecciones presidenciales de Filipinas, ha demostrado que el electorado de este archipiélago de 7.102 islas se ha dividido como nunca y que los dirigentes locales del principal partido nacional han respetado más sus propios intereses que la disciplina de voto.

Mitra, que fue portavoz del Senado y desbancó a Ramos en la propuesta como candidato del LDP (Lakas Demokratikong Pilipino), reconoce que esperaba ganar porque pensó que el implícito apoyo de la Iglesia católica le facilitaría el triunfo y confió también en la presencia del partido en todos los distritos electorales. El LDP cuenta con el mayor número de candidatos a gobernadores, senadores, congresistas y alcaldes en unos comicios con listas abiertas que deciden la renovación o permanencia de 17.000 cargos oficiales. "Los dirigentes locales me abandonaron, y en las papeletas que distribuyeron con su candidatura no incluyeron mi nombre" dice Mitra.Ramón Mitra, que duda entre desaparecer, dedicarse al comentario periodístico o a los negocios para "hacer mucho dinero" piensa que los filipinos están cansados del político tradicional, "y eso es bueno, porque nadie ahora en Filipinas puede estar seguro de su reelección". El cardenal Jaime Sin, arzobispo de Manila, cuyas instrucciones pastorales situaban a Mitra como el hombre a votar por este país de 52 millones de católicos, aparece como otro perdedor en la consulta, ya que Fidel Ramos y Eduardo Cojuangco, claramente descalificados por el prelado sin nombrarlos, se mantienen como principales candidatos cuando se lleva computado el 15% de 25 millones de votos.

La lucha de Ramos y Defensor

Ramos y Miriam Defensor Santiago, con una diferencia entre ellos todavía no determinante, mantienen su lucha particular por la jefatura del Gobierno y la sucesión de Corazón Aquino.El ministro de Defensa con Ferdinand Marcos y principal colaborador de Corazón Aquino a partir de 1986 está convencido de su victoria con el voto rural, mientras Cojuangco, el continuador del legado del difunto dictador, hombre de la secta cristiana Iglesia ni Cristo y receptor de los votos del movimiento rebelde Frente Nacional de Liberación Moro, conserva con seguridad el tercer puesto. Pero su partido quiere la presidencia, y ya ha vertido las primeras acusaciones de fraude contra el Gobierno de Aquino.

El diario Malaya subrayaba en un editorial que "está claro que los filipinos votaron pura y simplemente por aquellos candidatos que creen les ayudarán mejor a solucionar sus terribles problemas: altos precios, paro, falta de luz y agua, violencia y desorden". La tendencia del escrutinio de las primeras elecciones democráticas nacionales desde 1976 revierte una vieja tendencia en la designación de los vencedores. Hasta el día 11, el 70% del éxito dependía de la organización y el 30% de la popularidad. Miriam Santiago, sin aparato y con escasos medios económicos, ha roto con estas proporciones, y la popularidad se impone en las preferencias del electorado.

La Comisión Electoral (Comelec) ha pedido paciencia a la opinión pública y a los candidatos. El lento escrutinio de Ios sufragios, que genera burlas y sarcásticos comentarios, ha suscitado protestas, pero la comisionada Remedios Fernando ha advertido que no tolerará presiones. "Únicamente contamos con medios humanos", subraya como medio de defensa. Los sufragios son controlados en cinco diferentes instancias y el proceso ha sido calificado por Comelec como "el más difícil y complicado". Remedios Fernando asegura que, al contrario de lo que ocurre en Estados Unidos o en otros países con sistema bipartidista, las características del pluripartidismo filipino impiden la ayuda de los ordenadores en el escrutinio.

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