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FERIA DE SAN ISIDRO

Ayer, 831; hoy, 832

El banderillero Joselito Calderón lleva 22 años haciendo el paseíllo en las Ventas

Ayer, con la cuadrilla de Manili, salió por 831ª vez al ruedo de Las Ventas. Y esta tarde, con la de Javier Vázquez, más. La cuenta la inició en 1970, y aquellos 70 pasos de su primer paseíllo en esta plaza se han convertido en casi 60.000, que, puestos todos juntos, suponen 40 kilómetros yendo desde el patio de caballos hasta donde se saluda a la presidencia. Este récord no es el único hecho que convierte en singular la vida de Joselito Calderón, el subalterno por excelencia del coso madrileño.

José Cabezas llega todas las mañanas, a las nueve, a su pequeño despacho en la plaza de Las Ventas. Lleva, desde hace 13 años, todo el papeleo de las contrataciones. De los toreros lo sabe todo. Sólo le falta llegar a aprenderse de memoria sus números de afiliación a la Seguridad Social, que alguno sí que ya sabe, advierte.Hay días, como ayer o como hoy, que después de comer, siempre cerca de la plaza, sale al ruedo. "Para hacer la digestión", dice. Pasea durante una hora. Después descansa un rato en una habitación contigua al despacho, abre un armario y saca un traje de luces. "Entonces", confiesa, "me convierto en Joselito Calderón".

Lleva 23 años de subalterno. Primero fue novillero. Lo dejó y empezó a trabajar para Benjumea, Ortega Cano y Calatraveño. Ahora echa cuentas y no se acuerda de con cuántos toreros ha salido: "Todos, yo creo que con todos. Con Paula daba gusto, te dejaba hacer lo que quisieras con el toro". Y para reafirmarse en que ha toreado prácticamente con todos, mira el cartel de la feria y empieza a señalar con el índice: "Con éste sí, y con ése, también, y éste..." Hasta que llega a Espartaco Chico. "Éste me falta. Claro, con algunos de la nueva generación aún no he ido".

Ha recalcado ese "aún" porque está convencido de que le quedan años por delante como subalterno. Tiene 53 años y le faltarían dos para jubilarse. Pero él va a seguir. "Si estoy como un chaval, ya me ve. Todas las tardes ando dos horas Eso es sagrado. Y nunca me falta entrenarme con el carretón. No es sólo que quiera alcanzar los mil paseíllos en Las Ventas porque seguiré si me veo todavía con fuerzas".

Calcula que en dos años conseguirá esa cifra mágica, superada ya en paseíllos por toda España, pero lo importante, lo de verdad, es sumar el millar de corridas en Las Ventas. Le están gestionando que el récord figure en el Guinnes para darle autenticidad. Y lo dice todo orgulloso: "Eso sería mucho más que un premio porque es para mí o para nadie".

Sin recomendaciones

El que trabaje en la empresa de Las Ventas asegura que no le sirve de recomendación para que los toreros le contraten: "Madrid no es como otras plazas donde te puedes aliviar. Aquí siempre hay que justificarse. El público te da un nivel y si no lo mantienes te lo quita. Entonces los toreros ya no cuentan contigo".No es el caso de Joselito Calderón si se atiende a las ofertas que recibe. Un dato de que la temporada va bien es que se ha comprado dos trajes. Uno azul, que ya estrenó, y otro grana que reserva para hoy. "Es que como salgo con Javier Vázquez y banderillea puedo ir ahormándome el traje, que muchas veces da sorpresas. Lo estrenas y, como son muy duros, a la hora de clavar las banderillas resulta que no puedes levantar los brazos".

En San Isidro va a salir hasta 13 tardes. Tantas ofertas se han debido, dice, a que conoce como nadie las querencias en la plaza: "Me piden consejo sobre el sitio donde torear, sobre todo con viento. Entre el 1 y el 3, de la raya del picador hacia fuera, se ven las mejores faenas. Y es que el toro, próximo a chiqueros, se hace más fuerte. En el 4 y 5, en cambio, no hay nada que hacer".

Presume de conocer el ruedo y también el toro. "Por eso tengo pocas cornadas, pese a que me las he tenido que ver con toros de todas las realeas. Nunca olvidaré uno de Jeromo, peor que el más terrible de los miuras. Cada vez que me encuentro a Manolo Cortés, que le tocó matarlo, recordamos aquel bicho y aún nos ponemos a temblar". Sus conocimientos los adquirió toreando en el campo, "que eso enseña mucho; eso, y correr muchas vacas viejas. El secreto está en medir la fuerza del toro y saber sus querencias. Entonces se evitan muchos problemas y resolvérselos a los toreros es a lo que me dedico yo en Madrid".

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