Leizarán: balance de un experimento
Comparto la confusión de la mayoría de los ciudadanos ante el resultado final de lo que amenazaba con convertirse en ese conflicto interminable llamado la autovía de Leizarán. No resulta fácil de digerir que el final de un mismo conflicto sirva para que Ramón Jáuregui diga que ha sido el triunfo de los demócratas, Jon Idígoras lo celebre con cava catalán (quizá porque sigue la campaña contra los productos franceses) mientras lo compara con el cierre de Lemóniz, Arzallus diga que Idígoras bebe el cava para que no se les atragante la resolución de la Diputación y el PP y EA digan que significa el final del Pacto de Ajuria Enea.Ante tal cúmulo de contradicciones, puede resultar comprensible que más de uno considere que todos los políticos mienten y que se acogen al lenguaje de Humpty-Dumpty, el personaje amigo de Alicia que creía que las cosas significan sólo lo que uno quiere que signifiquen.
También es normal que mucha gente piense que ha llegado la hora de dejar la dichosa autovía y ponernos a hablar de otras cosas. Pero de esa manera no haríamos más que alimentar la falsa idea de que todos los políticos son igual de mentirosos, que es precisamente el prejuicio en el que se basó la dictadura de Franco cuando no le quedaban más coartadas ideológicas. O lo que no es menos preocupante, que otros colectivos anti, que parecen inspirados en las famosas juntas ofensivas, descubran nuevos objetivos a conseguir por medio del chantaje terrorista.
El Pacto de Ajuria Enea es el acontecimiento político más importante de la política vasca después de la aprobación del Estatuto de Autonomía, porque ha servido para que la ciudadanía vasca tenga un referente y para que haya una actitud clara por parte de todos los partidos políticos democráticos. Y esto era trascendental porque el terrorismo, en sus manifestaciones más cotidianas de intolerancia, insulto, desprecio y descalificación política -que funcionan a modo de asesinatos simbólicos-, toma como víctima precisamente al ciudadano vasco. No saludar a un conocido es la forma más expresiva de manifestarle que se desearía que estuviera muerto, en la medida en que se ignora su existencia.
Y ahora el Pacto de Ajuria Enea aparece destrozado y cada uno de los partidos políticos ofrece una versión completamente contradictoria de ello. Si renunciamos a reflexionar sobre qué ha ocurrido y a explicar nuestra versión a los ciudadanos, corremos el riesgo de que se convierta en un triunfo de los terroristas. Pero no será por lo ocurrido realmente, sino sólo por la ausencia de explicación de los políticos. Por tanto, considero una obligación la reflexión y explicación. Este artículo debe considerarse mi grano de arena en este sentido.
Personalmente, siempre me ha parecido muy loable la actitud del PNY acerca de buscar cauces de diálogo con ETA y HB. No podía ser de otra manera, porque cuando era portavoz de EE en el Parlamento vasco no hacía más que exigir al Gobierno vasco que buscara esas vías de diálogo, porque en caso contrario estaba dejando la resolución del terrorismo vasco en manos exclusivas de la policía. En la tarea de terminar con el terrorismo la responsabilidad y las posibilidades de todas las fuerzas democráticas no son las mismas, y es lógico que exista una división de trabajo. El problema quizá fue que no se debatió suficientemente la estrategia a seguir entre las fuerzas políticas que suscribieron el Pacto de Ajuria Enea.
El acuerdo final no se ha logrado entre el Gobierno de Madrid y ETA, que es lo que pretende la banda terrorista, sino en el marco legal de una institución democrática como la Diputación de Guipúzcoa. El PNV y el PS (PSOE) han llegado a un acuerdo con el colectivo Lurraldea, cuyas manifestaciones han sido menos entusiastas y más ponderadas que las de los portavoces de HB, y el acuerdo ha tenido el apoyo, desde fuera de la institución de HB, que ni siquiera fue a las Juntas Generales de Guipúzcoa.
En la medida en que esta solución se ha ofrecido como modelo para el final del terrorismo, resulta interesante constatar varios extremos.
En primer lugar, el paralelismo trazado por Jon Idígoras entre Leizarán y Lemóniz y la autodeterminación resulta muy clarificador. Porque hay una diferencia sustancial entre el final del conflicto de Lemóniz y el de Leizarán, que el portavoz de HB trata de ignorar y camuflar: Lemóniz no funciona y se ha transformado en monumento mudo e inerte a la estupidez política. Leizarán, en cambio, funcionará. Y funcionará con el beneplácito de todo el pueblo vasco, porque, por primera vez, una resolución de una institución democrática, como la Diputación de Guipúzcoa, ha contado con el respeto y acatamiento de todo el pueblo, incluido HB. Y la diferencia entre la solución de ambos conflictosse refleja en la distancia que ha recorrido la sociedad vasca en el proceso de lucha antiterrorista. HB debe asumir que. la solución dialogada o negociada del terrorismo no es para hacer con el Estatuto lo mismo que con Lemóniz, sino lo mismo que Leizarán, en el mejor de los casos. Es decir, el objeto del diálogo entre las fuerzas democráticas; y HB debe ser cómo hacer que funcione el Estatuto para que obtenga la aprobación y apoyo de todos los sectores políticos vascos, y no para convertirlo en monumento de ninguna estupidez o traición.
Pero sabemos que a HB en este proceso le importa tan poco el contenido político que faltaría supuestamente al Estatuto para merecer su aprobación, como los árboles autóctonos concretos que se hayan podido salvar por el cambio del trazado definitivo de la autovía.
La gran aportación del Pacto de Ajuria Enea consistió en lograr que las fuerzas democráticas vascas no discutieran entre ellas con mayor virulencia y descalificaciones que con el terrorismo. Porque, de hecho, hasta la firma de ese pacto, tras cada atentado terrorista se producía una reyerta entre los partidos democráticos sobre la responsabilidad última de los mismos. Con la aprobación del trazado definitivo de la autovía por parte de la Diputación de Guipúzcoa, de nuevo, las diferencias entre los partidos democráticos se han convertido en algo más importante que la lucha contra el terrorismo.
Y sin duda, el PP tenía unas ganas irrefrenables de descalificar a Felipe González para decir, como ha dicho su secretario general, que uno no se puede fiar de la palabra del presidente del Gobierno, ni siquiera en el tema del terrorismo. Pero al hacer eso sabe, por muy poco que conozca de la realidad vasca, que está regalando un triunfo a los terroristas. Pero uno puede esperar del PP cualquier cosa sobre temas vascos, después de que Fraga haya propuesto la administración única en un intento de maniobra envolvente al PSOE pretendiendo atraer al PNV, porque no hay en el mundo enemigo más juramentado de la administración única que el partido de Sabino Arana, en el que incluso produjo una escisión el debate de la articulación de la administración del Gobierno vasco con la administración local, incluidas las diputaciones.
Respecto a EA, cabe decir otro tanto. Tiene motivos para estar enfadado con el PNV porque, a pesar de haber obtenido más votos que el partido de Arzalluz, no pudo alcanzar una mayoría suficiente para formar el Gobierno de la Diputación de Guipúzcoa. Y cabe pensar que no lo logró porque no se atrevió a formar coalición con el PSE (PSOE) por miedo a las descalificaciones que vertería contra ellos el PNV. Luego, este partido pactó con los socialistas. Pero las descalificaciones de EA al intento de buscar el acuerdo sobre la autovía carecen de credibilidad, porque ha estado siempre con un pie fuera del pacto y reservándose el derecho de hablar con el mundo de HB. Si no lo ha hecho, es por miedo a la reacción del PNV.
Quizá la muerte del espíritu de Ajuria Enea, esto es, la idea de anteponer la lucha antiterrorista a las diferencias legítimas entre los demócratas no es sino otro signo más del debilitamiento decisivo de ETA y la prueba de que la existencia del terrorismo ya no provoca suficiente miedo como para galvanizar las diferencias de las fuerzas democráticas.
Lo que está claro es que actualmente todos los demócratas comparten la aportación sustancial del Pacto de Ajuria Enea: que no hay que negociar temas políticos con los terroristas.
es militante de Euskadiko Ezkerra.
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