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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Móntese una coordinadora

Si una carretera en proyecto va a partirle en dos su finca, si le van a colocar un expediente expropiatorio por cosa parecida, no se meta a recurrir contra los ciegos designios de la Administración, que lleva todas las de perder. Desengáñese de toda esperanza y refúgiese en la resignación de un administrado. Salvo que... le eche redaños y se monte una coordinadora.Móntese una coordinadora y diga a los cuatro vientos que usted, su portavoz, "se opone frontalmente" a que la carretera pase por sus tierras o a que se las expolien a cambio de un ridículo justiprecio. Probablemente, los señores del Gobierno que tengan competencias en el caso, leídos los periódicos en los que usted se despacha, le llamarán para negociar antes de que la cosa se desate y vaya a mayores.

Y si, a pesar de ello, no logra su propósito, le quedará el consuelo de que tampoco es que haya perdido mucho en el empeño, pues una coordinadora resulta baratísima comparada con cualquier otro movimiento asociativo reconocido legalmente. Efectivamente, una coordinadora, naciendo furtiva como un hijo bastardo, no tiene necesidad de ser asentada en ningún registro gubernativo ni parroquial, por lo que, si vienen mal dadas, que busquen al padre de la criatura, que para esto no hay prueba de paternidad que valga. No requiere esta organización engorrosos estatutos, ni cargos directivos, ni órganos colegiados o unipersonales que no se reduzcan al propio interesado, que por algo es el socio fundador del invento.

Son, asimismo, innecesarios afiliaciones o cuotas pasadas por banco o archivos susceptibles de expurgo policial si se pone la cosa fea, circunstancias todas ellas que la gente va teniendo mucho en cuenta a la hora de apuntarse a este tipo de trapisondas en las que actualmente se encuadran los gremios de currantes para sentirse más seguros. Por lo que, removidos estos obstáculos, a la coordinadora le irán saliendo adeptos espontáneos e incondicionales que se batirán en su anonimato desde el que defenderán más impunemente y con mayor eficacia sus intereses.

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En el pasado, todos estuvimos en alguna coordinadora. Todos, ya que la ley de asociaciones se hacía esperar y había mucho que pedir. Así que, como el mismo horrible vocablo que soporta su noción, la coordinadora nació como algo raptado, clandestino, tal que liga de inconfesables fines, como algo, en fin, concebido para la conspiración no del todo organizada.

Sin embargo, yo había contado con que tal institución, al igual que todo ente predemocrático en sí, debiera de haberse quedado anticuada. Pero no. Veo que todavía quedan por ahí, tal que cenizas residuales y frías de un volcán que llevara siglos apagado, coordinadoras anti todo y contra todo, coordinadoras con K que -alguien sabrá por qué- han venido a conseguir de todo un Gobierno vasco (si don Sabino levantara la cabeza, señor Arzalluz) que se coma el trayecto de una autovía que a la dicha coordinadora con K se le ha puesto en la punta del cañón, sólo por el prurito de saber quién es el que manda por aquellas latitudes de Leizarán y usía.

Por todo ello, si lo ven feo, móntense una coordinadora, aunque no lleve K de kilo. Sacarán más que recurriendo por derecho. Y, si tienen suerte, a lo mejor se la subvencionan.-

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