Fujimori sacrifica al canciller peruano en la primera crisis tras el golpe
El sorprendente resultado de la crisis ministerial en Perú el viernes 24, que culminó con la permanencia del dimisionario ministro de Economía, Carlos Boloña, y la salida del hasta ayer ministro fuerte del Gabinete, el canciller Augusto Blacker -acompañado en la destitución por el ministro de Industria, Víctor Joy Way-, significa una inesperada realineación de fuerzas en el Gabinete de Fujimori.
El desenlace de la crisis representa un cambio en la dirección política emprendida por el Gobierno de facto de Fujimori en sus primeros 20 días, que tendrá importantes consecuencias en un futuro inmediato. Hasta el viernes 24 por la tarde, se daba como un hecho la salida de Boloña, el ministro de Economía, cuya orientación fiscalista y buenas conexiones internacionales contribuyeron a controlar el proceso inflacionario a costa de una severa recesión.
Pero su viaje a Washington en la semana siguiente al golpe representó una sacudida. Las caras sonrientes que encontró en el viaje anterior fueron reemplazadas por gestos adustos, amonestaciones y negativas a desembolsar créditos y donaciones. La renuncia fue confirmada en los primeros días de esta semana por el enemigo favorito de Boloña, el canciller Blacker Miller.
La salida de Boloña se daba como un hecho hasta el mediodía del viernes 24. Amigos cercanos conversaron a esa hora con el ministro, que informó estar negociando con el presidente de facto severas condiciones para su permanencia.
A las cinco de la tarde del viernes, Boloña comunicó a sus amigos que permanecía. Según fuentes cercanas a palacio, Fujimori le habría dicho a Boloña que el golpe había sido hecho, después de todo, para él, para que pudiera llevar a cabo su duro programa sin la obstrucción del Parlamento. A conti
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