Inquietud en los clubes de fútbol por la escasa suscripción hasta ahora de sus acciones
El flojo ritmo que lleva la suscripción de las acciones de los clubes de fútbol que deben convertirse en sociedades anónimas ha dado la voz de alarma entre sus dirigentes. El equipo que, al 30 de junio próximo, no haya cubierto toda su emisión desaparecerá al verse descendido automáticamente a la Segunda División B. El Cádiz y el Mallorca, los dos últimos clasificados en la Liga de la Primera, apenas han vendido hasta ahora el 1% de las suyas y el Atlético de Madrid sólo ha colocado 87 millones de pesetas de los 2.062 de su capital, lo que supone poco más del 4%. Apenas la Real Sociedad ha superado el 50% en la primera fase de] proceso, en la que sólo los socios tienen derecho a suscribir las acciones. Así, las restantes entidades podrían terminar en manos de una persona o un grupo mayoritario.
De los 11.000 millones de pesetas en acciones emitidos en la primera fase del proceso de conversión en sociedades anónimas por los 16 clubes de la Primera División obligados a ella -el Real Madrid, el Barcelona, el Athletic y Osasuna no lo están por haber sido positivos sus patrimonios netos de las últimas tres temporadas- únicamente se han suscrito 1.254, de los que 315 corresponden a la Real Sociedad. El Cádiz sólo vendió cinco millones de los 403 en que ha establecido su capital y el Mallorca 19 de sus 1.500.
El Cádiz y el Mallorca
Tres equipos, el Sevilla, el Tenerife y el Valladolid, han solicitado una ampliación de este ciclo inicial, fijado en un mes, y en el que las acciones se ofertan exclusivamente a los socios. En el segundo, las que queden ya se propondrán tan sólo a aquellos afiliados que las hayan comprado, con unos límites máximos, en el primero. En el tercero y último, el capital que todavía no se haya cubierto podrá ser suscrito ya libremente por cualesquiera personas o grupos públicos o privados.
No obstante, pese a la indudable inquietud que estas cortas cifras han generado, la Comisión de Transformación de los Clubes en Sociedades Anónimas Deportivas mantiene cierto optimismo. Sabino López, el coordinador general de la misma, asegura: "Tenemos fundadas esperanzas de que todos los clubes de la Primera División podrán convertirse en sociedades anónimas en la fecha establecida, la del próximo 30 de junio, aunque es verdad que existe una gran preocupación respecto a dos de ellos, el Mallorca y el Cádiz, cuyo futuro es impredecible. En definitiva, la tercera fase aclarará quién o quiénes se harán con algunos. Será entonces cuando surjan los empresarios individuales o los grupos industriales, así como diferentes organismos públicos".
La actitud de los dirigentes de los clubes, así como sus distintas circunstancias, han condicionado en principio la venta de las acciones. Así, la Real Sociedad y el Albacete ya han cumplido su objetivo primordial: que el club siga perteneciendo a los socios. Por el contrario, el Atlético de Madrid y el Logroñés van por el camino marcado por sus respectivos presidentes, los empresarios Jesús Gil y Marcos Eguizábal, que parecen dispuestos a acabar siendo sus dueños absolutos al hacerse con la inmensa mayoría de sus capitales. Otro tanto sucede en el Valladolid con el grupo de empresarios locales que, pocos meses atrás, se hizo con las riendas del club. El empresario y político José María Ruiz-Mateos, el presidente ejecutivo del Rayo Vallecano, está decidido a imitar a Gil y Eguizábal si el cuadro franjirrojo asciende como pretende a Primera. Mientras tanto, en el Sporting de Gijón y el Sevilla ha surgido una auténtica pugna entre dos o más grupos de industriales.
En cambio, Antonio Martínez Laredo, el presidente del Burgos, aseguró que no desea ser socio mayoritario del club para presidir su Consejo de Administración, cargo al que sólo aceptaría tener acceso si se lo pidiesen los accionistas. El dirigente burgalés informó que un empresario de la ciudad, cuyo nombre no quiso facilitar, intentó adquirir el 51% de las acciones del club a los pocos días de ponerse a la venta.
Por otro lado, dirigentes del Mérida, de la Segunda División, rechazaron los 52 millones que un socio, acompañado de otra persona sin identificar, les entregó en efectivo, en dos maletines, por un número tal de participaciones que le habría convertido en el accionista mayoritario.
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