Barcelona estrena las grandes obras del 92
A falta de tres meses para que la llama olímpica prenda en el estadio de Montjuïc, Barcelona está viviendo esta semana un auténtico rosario de inauguraciones, puestas en servicio y exposiciones públicas de nuevas infraestructuras olímpicas. Las dos cuentas más espectaculares de esta retahíla son el cierre del anillo viario de circunvalación de la ciudad formado por los nuevos cinturones de ronda y la apertura al público, por primera y última vez antes de los Juegos Olímpicos, de] nuevo barrio marítimo de Barcelona, la Villa Olímpica de Poblenou, construido sobre el reciente recuerdo de una maraña de vetustas fábricas y raíles de tren que se erigía como un muro infranqueable entre la ciudad y su mar.
Durante más de un lustro atiborrado de proyectos olímpicos, los barceloneses han vivido en una ciudad reventada aquí y allá, jalonada de hondas incisiones que ponían al descubierto unas entrañas polvorientas o embarradas. Una ciudad patas arriba, inmersa en la mayor transformación urbanística de su historia desde que en el siglo pasado fueron derribadas las murallas que constreñían su expansión. Una ciudad, en fin, terriblemente incómoda.Al cabo de una frenética carrera contrarreloj, la mayor parte de las sajaduras en la epidermis de asfalto han cicatrizado. Y al retirar vendajes y andamios, la nueva faz de Barcelona, el rostro del cambio de siglo, ha quedado al descubierto.
Uno de los principales rasgos de esta nueva Barcelona viene definido por el anillo de circunvalación formado por los nuevos cinturones (la Ronda de Dalt y la Ronda Litoral), cuyo tronco central completo fue abierto ayer tarde al tráfico.
Treinta años y mil disputas
Casi treinta años y mil disputas políticas, económicas y técnicas han precedido al estreno del anillo viario. Ambos cinturones fueron proyectados en los años sesenta y empezados a construir en los albores de los setenta, aunque las obras no tardarían en quedar estancadas a causa de la oposición del entonces potente movimiento vecinal barcelonés y, sobre todo, de la escasez de recursos económicos provocada por la crisis del petróleo.
La llegada de la democracia a la Administración municipal española, en 1979, dio pie a la reforma de los proyectos de loscinturones de Barcelona, y la cita olímpica de 1992 dio el impulso definitivo a su ejecución. Pero las refriegas políticas e institucionales por la financiación de las obras aún causarían nuevos retrasos, hasta el punto de que hace tan sólo nueve meses la conclusión del anillo de circunvalación bien y a tiempo para los JJ OO se antojaba algo tan improbable como la cuadratura del círculo.
Aunque las obras en las calzadas laterales y en algunas salidas y conexiones de los cinturones con otras vías continuarán hasta finales de mayo o primeros de junio, desde ayer tarde los vehículos ya pueden rodear completamente la ciudad sin pararse ante un sólo semáforo. Un trayecto de media hora, a una velocidad máxima de 80 kilómetros por hora, si no hay embotellamientos.
El espectro de la pugna política que ha perseguido a los cinturones desde que éstos no eran más que líneas trazadas sobre un papel no quiso perderse ayer el acto oficial de apertura al tráfico del anillo. El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, quería que la inauguración se celebrase a las 11.30, hora que no convenía ni al alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, que tenía pleno municipal, ni al titular de Obras Públicas y Transportes, José Borrell, que tenía consejo de mistros. La resistencia de Pujol a retrasar el acto fue interpretada por Maragall como un intento de obstaculizar su asistencia y la de Borrell a la inauguración. Tras un largo tira y afloja, las tres partes acordaron celebrar un dilatado acto inaugural que se prolongó desde las 13.30 hasta las 14.30.
Otro trazo emblemático de la nueva faz de Barcelona es la Villa Olímpica de Poblenou. La construcción de este barrio concebido para las clases urbanas medias y altas ha hecho posible la reapertura de la ciudad al Mediterráneo.
El complejo residencial donde el próximo verano se alojarán unos 15.000 deportistas se yergue sobre una alargada franja litoral que hasta hace muy pocos años estaba ocupada por fábricas obsoletas y el tendido ferroviario de la costa; una franja que había hecho perder a Barcelona su conciencia de ciudad litoral.
Nuevo barrio
Como sucediera con los cinturones, el impacto de los Juegos Olímpicos de 1992 también fue decisivo para poner eliminar fábricas y raíles y poner en marcha la construcción del nuevo barrio. A pesar de ello, hace sólo seis años muy pocos creían a pies juntillas que fuese posible acometer esta transformación a tiempo para los JJ OO. La realidad, sin embargo, se encargó de demostrar lo contrario: la Villa Olímpica no sólo está en pie, sino que ha sido construida en menos tiempo del que marcaba el apretado calendario de obras. Hoy y mañana, el nuevo barrio, formado por unas 2.000 viviendas diseñadas por 18 equipos de arquitectos, abrirá sus puertas al público por primera y última vez antes de la celebración de los Juegos.
Las demás áreas olímpicas de Barcelona también están listas. Anoche se inauguraba la iluminación del Anillo Olímpico de Montjuïc -donde se encuentran el estadio y el Palau Sant Jordi- y unos días antes se abrían al público las áreas de Vall d'Hebron y Diagonal.
Ahora, después de que los sectores público y privado invirtiesen casi 800.000 millones de pesetas en proyectos vinculados a los JJ OO, algunos de ellos fuera de la ciudad, la Barcelona de fin de siglo exhibe ya sin pudor su nuevo rostro.
El anillo viario en cifras
-Longitud: El anillo formado por los cinturones de ronda de Barcelona tiene 35 kilómetros de longitud. Si se añade el tramo de la Ronda Litoral hasta la autopista A-2 y el tramo Trinitat-Badalona de la Ronda de Dalt, la longitud total es de 49,5 kilómetros. En un futuro, la Ronda de Dalt se prolongará 2,4 kilómetros hasta Montgat (pata norte) y 3,6 hasta el aeropuerto (pata sur).
-Inversión: Esta obra ha costado, hasta el momento, 130.000 millones de pesetas, incluidas expropiaciones, galerías de servicios y señalización.
-Capacidad: La Ronda de Dalt tiene tres carriles por cada sentido de circulación, más otros dos en las calzadas laterales. La Ronda Litoral tiene dos carriles en el tronco central (salvo en el tramo del río Besòs, que tiene tres) y tres en las laterales.
-Tráfico: La entrada en servicio de los cinturones permitirá dar la vuelta completa a Barcelona en 25 minutos y representará un desahogo para el tráfico en el centro de la ciudad, que disminuirá un 15%. Las rondas elevarán la capacidad de los accesos a Barcelona de 590.000 a 900.000 vehículos diarios.
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