En la guarida del León de Panshir
El comandante Ahmed Sha Masud, de 39 años, conocido como el León de Panshir, viste una chaqueta verde oliva del Ejército de EE UU y unos pantalones rusos, botas negras de combate y la gorra plana de los afganos. En el jardín del cuartel de Jabal os Sarij, en un barrio periférico de Kabul, el dirigente muyahid más parece un halcón que un león cuando se dirige al líder de la ismailíes, Mansur Maderi, cuya milicia controla la provincia de Baglan. El general Abdul Rushid Dostam está también presente. Su alianza se consideraba la más improbable de todas: el general Dostam, cuya debilidad por el alcohol es bien conocida, y su salvaje milicia uzbeka han actuado como mercenarios del Gobierno desde que las tropas soviéticas abandonaron Afganistán en febrero de 1989. Junto a Dostam se encuentra el general Abdul Molimin, que el pasado enero se reveló con toda la 70a Brigada contra el Gobierno, que se ha convertido en su fiel aliado.
La presencia de estos líderes militares en el cuartel de Masud y el hecho de que el ministro de Asuntos Exteriores, Abdul Wakil, reconociera el jueves que iba a entrevistarse con el León de Panshir demuestran la enorme influencia que el dirigente guerrillero tiene en estos momentos.
¿Qué sucede entre usted y el líder de Hezbi Islami, Gulbudin Hekmatiar? "Mis relaciones con él nunca han sido buenas, ni tampoco malas. No tengo nada que ver con él". Masud asegura que Hekinatiar ha tratado de entablar contacto con él por radio, y no hace comentario alguno sobre la declaración del dirigente radical islámico de declarar la yihad (guerra santa) contra él hace unos días. Lo importante de la cuestión es que ha sido Hekrnatiar quien le ha llamado a él.
La reconocida habilidad de Masud para la lucha ha eclipsado no sólo a sus comandantes compañeros del norte de Afganistán, muchos de los cuales se unieron a él en la Shura Nazar, el Consejo de Coordinación, sino también al líder del partido Jamiat Islam¡, Burhanudin Rabani. Pese a ello, sigue negando tener ambiciones políticas: "Para mí lo más importante ha sido dirigir la guerra, echar a los rusos e instalar un Gobierno islámico. No estoy interesado especialmente en tener un puesto en él". ¿De qué tipo de Gobierno habla? "De uno elegido por el pueblo; cuyo líder dirija el país, de acuerdo con la sharia [ley islámica]".
Masud se centra en los problemas más inmediatos del país: cómo facilitar la instalación de un Gobierno provisional muyahid que reemplace al actual; asegurar a los pashitunes, que están acostumbrados a gobernar sobre los otros grupos de Afganistán, de las intenciones de su alianza, que es prácticamente no paslitun [Masud es un tayiko, el segundo grupo étnico de Afganistán]. ¿Y qué hacer con el plan de paz de la ONU?
"Invité a Benon Savan [el enviado especial de la ONU] al Panshir hace uno o dos meses; pero no apareció. Probablemente pensó que él podía solucionar la crisis afgana entre Kabul y Peshawar" [en Pakistán, donde residen Hekinatiar y otros líderes de los muyahidin]. Preguntado sobre qué hará si no quiere entrar en el Gobierno, contesta que continuar sus estudios de ingeniería, que dejó a medias. "Tal vez poner un negocio", dice con una extraña sonrisa.
The Independent / EL PAÍS.
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