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LA REFUNDACIÓN DE LOS ESTADOS

Las regiones cortejan a la Comunidad Europea

Los Estados ceden progresivamente competencias hacia arriba, pero se resisten a hacerlo también hacia abajo

Los Estados son conservadores y centralistas por naturaleza. Quieren mantener el monopolio del diálogo con Bruselas y determinar ellos mismos el ritmo de la construcción comunitaria. Pero sus reticencias no impiden que la idea de otorgar un papel a las regiones vaya progresando de manera tímida, conforme vaya avanzando hacia un esquema federalizante la Europa de los Doce. La decisión tomada en el Consejo Europeo de Maastricht de crear un Comité de las Regiones así lo atestigua.No es casualidad que sea el país con el sistema de descentralización más logrado, es decir, Alemania, el que también se plantee más directamente, este tema. Para gran parte de los alemanes, informa José María Martí Font, el sistema federal demostró sobradamente sus bondades a nivel nacional, y debe, por tanto, extenderse progresivamente a escala comunitaria. El líder socialdemócrata Bjorn Engholm, que es también presidente del land de Schleswig-Holstein, afirma: "El Estado nacional pierde cada vez más importancia. Es demasiado pequeño para los grandes problemas y demasiado grande para los pequeños problemas. Debe transferir competencias en dos direcciones: hacia la Comunidad Europea y hacia las regiones".

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El Consejo Europeo de Maastricht, sin embargo, no satisfizo a los federalistas alemanes. Así, el SPD considera que el texto aprobado por los Doce el pasado mes de diciembre no atribuye al Parlamento Europeo suficiente control sobre la toma de decisiones, y que no responde a las pretensiones de los länder.

Esta toma de posición de la oposición no constituyó una sorpresa para el democristiano Helmut Kohl. Lo que no se esperaba en cambio el canciller es que su viejo aliado bávaro, la CSU, se subiera al carro federalista. El Estado de Baviera llegó a pedir que se revise la Constitución alemana para otorgar a los 16 länder el derecho a participar directamente en el proceso de toma de decisiones en la Comunidad. El ministro de Hacienga bávaro, _Georg von Waldenfels, pidió concretamente que los länder determinaran "la postura alemana en la CE en las materias sobre las que tienen competencia". Si no, añadió el político conservador, Baviera podría oponerse a la ratificación del tratado.

La idea de reforzar el carácter federal de la Comunidad y el papel de las regiones en ella va ganando también espacio en la misma capital de los Doce: Bruselas. Y es que este debate se produce, informa Félix Monteira, en un momento en que Bélgica, paralizada por la eterna querella entre flamencos y valones, parece avanzar hacia la federalización total... o el desmembramiento. El Gobierno tiene que llevar a cabo la tercera fase de la reforma del Estado, que pretende transferir totalmente a las comunidades las competencias del Gobierno central en materias como seguridad social, agricultura, comercio exterior e incluso arma de acuerdos internacionales.

Frente a los que consideran que en estas condiciones Bélgica pronto habrá dejado de existir, algunos ven en la integración europea, protagonizada directamente por las regiones, la única manera de resolver la crisis de identidad del país. No es casualidad que el rey Balduino, símbolo por esencia de la unidad nacional, figure hoy entre los más firmes defensores de esta solución europea.

En Italia, en cambio, informa Peru Egurbide, el tema de la representación de las regiones a escala europea tiene escaso eco político. Y es que -al contrario del caso alemán- el sistema de gobiernos regionales implantado en todo el país en los años setenta resultó generalmente ineficaz, y no contribuyó precisamente a crear una conciencia federal. La Constitución italiana de 1948 se propuso devolver competencias a cinco regiones del país donde existía realmente un sentimiento nacionalista. La Democracia Cristiana extendió posteriormente la descentralización a todo el territorio nacional, y creó otras 15 regiones autónomas. Pero este sistema sirvió más, en muchos casos, para fomentar clientelas políticas locales que para gestionar de manera eficaz el gasto público.

En estas condiciones, sólo la Liga del Norte y algunos peque ños partidos regionalistas del valle de Aosta o del Tirol del Sur defienden el federalismo europeo. Para la Liga del Norte, que crece en las regiones que aportan al Estado más de lo que perciben, como Lombardía, Piamonte y Liguria, la Europa de las regiones es una referencia para su propuesta federalista de dividir Italia en tres grandes zonas autónomas, Norte, Centro y Sur, libres del actual predominio de la "burocracia del centro".

Jacobinismo francés

En Francia tampoco, informa Javier Valenzuela, el tema de la relación entre las regiones y Europa está a la orden del día. Fue, incluso, el gran ausente de las recientes elecciones regionales en este país. Y es que el bicentenario jacobinismo francés sigue dominando las mentes. La actual descentralización, promovida por la ley Defferre de 1982 y que establece por primera vez la elección por sufragio universal de las autoridades regionales, estuvo dominada por la idea de no crear nuevos centros de poder.

Sólo los nacionalistas corsos -que obtuvieron el 25% de los sufragios en los comicios regionales- y los ecologistas abogan por la Europa de las regiones. Mientras los primeros aspiran a mantener algún tipo de relación propia con la Comunidad, los segundos son firmes partidarios de la creación de una cámara de las regiones europeas. Algunas autoridades regionales, por otra parte, aprovechan la descentralización para emprender una colaboración horizontal con otras regiones europeas, como las de Ródano-Alpes, cuya capital es Lyón, que estrechan relaciones con Lombardía, Cataluña y algunos länder alemanes, para constituir en Bruselas un lobby de las zonas más avanzadas.

En cuanto al Reino Unido, informa Enric González, el debate sobre las relaciones directas de las regiones con Bruselas se ciñe por el momento a los nacionalistas escoceses y galeses. El Partido Nacional Escocés quiere desgajar Escocia del Reino Unido, pero manteníendola dentro de la Comunidad, y sus líderes sugieren que han tanteado a las autoridades comunitarias al respecto. "Una Escocia independiente tendría tan difícil su adhesión a la CE como la hubiera tenido Argelia tras independizarse de Francia", ha contestado, sin embargo, el miembro británico de la Comisión Leon Brittan.

Esta frase resume la mentalidad de los partidos de ámbito nacional, tanto de los conservadores como de los laboristas, absolutamente reacios no sólo a la idea de ver a una parte del reino largándose del conjunto, sino también a la simple idea de que las relaciones con Bruselas no sigan siendo potestad exclusiva del Parlamento de Westminster y del Gobierno central. Los conservadores, de cualquier modo, no admiten en el país otro Parlamento, que no sea el, de Londres.

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