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COLMENAR VIEJO

Una lidia sobria y amena

La espléndida tarde de primavera acompañó a un Luis Cancela templado y sobrio. Que estuvo lidiador y suficiente, y que a lo largo de toda la corrida no dio nunca la impresión de estar fatigado, ni de que la aventura torera que había emprendido en su pueblo, al amparo de sus paisanos, estuviera fuera de su alcance o torería.Una de las primeras virtudes a destacar del diestro de Colmenar es que en ningún momento de toda la lidia estuvo pesado, y otra, que en general les anduvo bien a sus desiguales toros. Y la principal, que en todo momento quiso e intentó hacer las cosas bien. Sin olvidar que, con la espada, salvo en el castaño primero y en el sexto, en los que se le fue el acero por ciertos y caídos derroteros, fue un matador de toros cabal y efectivo. Además tuvo el detalle de dejar al sobresaliente, Abelardo Granada, intervenir en un quite, que lo hizo ejecutando unos aseados y templados delantales en el cuarto.

Pereda / Cancela

Toros de José Luis Pereda, desiguales de presencia, de juego irregular; 2º y 3º, nobles.Luis Cancela, único espada: estocada caída (palmas); pinchazo, estocada y descabello (oreja); pinchazo hondo y estocada (oreja); pinchazo y estocada desprendida (ovación); estocada desprendida y descabello (ovación); pinchazo y estocada baja (palmas); salió a hombros. Plaza de Colmenar Viejo, 11 de abril. Menos de media entrada.

En los dos toros a los que cortó la oreja, Cancela brilló al natural en su segundo, y toreando con la derecha en el tercero. En este último, cuando acertó a darle la distancia y cruzarse, el toro rebosó y le dio unas series cortas con gusto y clasicismo. Aunque al final de la faena le punteara la muleta, en parte porque el toro fue a menos y en parte porque los dos nobles toros se fueron parando poco a poco. Con el percal, en el tercero, interpretó la verónica de manera estimable, ganando terrero hasta lo medios y rematando con una bonita media.

Sufrió Luis Cancela dos sustos a lo largo de la lidia, que afortunadamente no fueron serios. En el castaño primero, cuando el toro se le paró y le anunció el sopapo, al quedarse a merced del burel y sin moverse; y en el quinto, al ser prendido por la axila después de una estocada con entrega. Pero el torero salió bien librado y pudo ser alzado en hombros por sus vecinos de Colmenar, que sueñan, y con toda justicia y ponderación, con un torero de su pueblo, ubicado en una de las zonas más taurinas de Iberia.

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