La ayuda a la CEI
BUSH HA anunciado solemnemente la puesta en marcha de un plan de ayuda masiva a Rusia y a las otras repúblicas de la antigua Unión Soviética. El Grupo de los Siete (G-7, los países más ricos del mundo) asignará a tal fin una suma de 24.000 millones de dólares. Rusia va a ingresar oficialmente este mismo mes en el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que le permitirá disponer de créditos y, a la vez, su reforma económica se adaptará a las indicaciones de dicho organismo. Estados Unidos aportará 12.000 millones de dólares para incrementar los fondos del FMI destinados a ayudar a la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Durante los tres próximos años 18.000 millones de dólares serán dedicados a compensar el déficit de la balanza de pagos de Rusia en su tránsito hacia una economía de mercado. Y este verano se creará un fondo para la estabilización del rubio de unos 6.000 millones de dólares.Estamos ante un cambio de la política de EE UU de gran alcance. Lo que Gorbachov no obtuvo se va a hacer ahora para impedir que el hundimiento económico de lo que fue la URSS tenga consecuencias traumáticas para el mundo. Este viraje se debe a causas bastante claras: si bien la "terapia de choque" aplicada por Yeltsin desde enero no ha provocado las temidas rebeliones del hambre, Rusia sufre una caída alarmante de su producción mientras su sistema financiero se descompone. Todo ello potencia las tensiones políticas que amenazan a la Federación Rusa, como lo prueba el anuncio del cese del primer viceprimer ministro, Guennadi Búrbulis -descrito como el cerebro del equipo del presidente Yeltsin-, para el próximo día 14, que se suma a los del también viceprimer ministro Serguéi Shajrái y al del ministro de Finanzas, Yegor Gaidar. La compleja situación política y económica condiciona el dificil equilibrio del Gobiemo con los sectores conservadores, de gran peso en el Congreso de los Diputados.
El nuevo marco internacional crea obviamente condiciones más favorables para las durísimas batallas políticas que le esperan a un Borís Yeltsin desgastado. El afianzamiento del rubio como moneda única y el impulso de la reforma económica correcta son cuestiones clave para superar la actual situación. La apertura, el lunes, del Congreso de los Diputados de Rusia -cuya tarea esencial es aprobar una nueva Constitución- será una dura prueba para el Gobierno de Yeltsin. Ni siquiera hay un mínimo consenso entre las fuerzas democráticas en tomo a un proyecto constitucional. La ausencia de partidos y de un debate político dificulta que los problemas se aborden con sensatez. La eficacia de la ayuda exterior sufrirá sin duda de la inexistencia de un Estado con bases democráticas y con instrumentos adecuados a la gobernación de un país tan gigantesco.
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