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15 minutos para recorrer 50 metros

Las estrellas de Hollywood hicieron una entrada a la sala donde se celebró la entrega entre vítores y aplausos, a pesar de que, junto con los fans, grupos reivindicativos de homosexuales recordaron a los asistentes que en el mundo hay algo más que glamour.

Las personalidades tardaban más de 15 minutos en recorrer los 50 metros de alfombra roja que dan acceso al Dorothy Chandler Pavillion, debido a las innumerables paradas a las que las cámaras les obligaban.

Como profesionales del cine que son, posaron consecutivamente con la mejor de sus sonrisas. Algunos fotógrafos levantaban pancartas con las preguntas de "¿quién es su acompañante?" y "¿quién diseñó su traje?", con las que intentaban asegurarse un pie de foto sin erratas.

El actor Antonio Banderas, que saborea su éxito en Estados Unidos por su interpretación en Los reyes del mambo, llegó acompañado de su mujer, Ana. Banderas, que se encaminaba a presentar el premio a los efectos especiales, declaró tener temblores de piernas: "Es una ocasión en la que no puedes permitirte un error", dijo nervioso. El gran ausente fue Robert de Niro, que, a pesar de su propuesta como mejor actor, no apareció en la gala.

Legión de jóvenes

En el interior de la sala, las estrellas entraban y salían para hacer sus presentaciones, siendo sustituidas en sus asientos por una legión de jóvenes vestidos de gala que cubrían un hueco que no hubiera quedado televisivo.

Sin ninguna duda, la pareja de presentadores que mayores aplausos recogió fue la formada por Paul Newman y Liz Taylor, que aparecieron haciendo una exhibición de belleza senil que no desmereció las imágenes que se acababan de proyectar de su película La gata sobre el tejado de zinc.

El presentador de la ceremonia, el actor Billy Cristal, que estuvo con gripe en la cama hasta horas antes de su actuación, contribuyó al espectáculo con un tipo de humor diferente al que están acostumbrados en Hollywood, según declararon algunos veteranos periodistas que echaban en falta los intercambios de frases graciosas que han sido una característica de otros años.

Alrededor de las 21.30 (ya anochecía en Hollywood mientras en España amanecía), los invitados se dirigieron a una carpa anexa, decorada con grandes estatuas de cartón piedra del Oscar, para asistir a una cena organizada por el Gobierno de California. A continuación, cada uno de ellos, dependiendo de sus gustos, se perdió en las mil y una fiesta que se celebraron en Los Ángeles en honor de la industria que ha convertido a esta ciudad en el nuevo centro del cine.

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