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Democristianos y socialistas enarbolan la bandera de la estabilidad en Italia

Los partidos italianos de la mayoría han comenzado a enarbolar la bandera de la estabilidad en abstracto para salir al paso del voto de protesta que puede cerrar el paso a un nuevo Gobierno cuatripartito. El presidente del Gobierno, Giulio Andreotti, ve un riesgo de "fascismo" en la Liga Lombarda que amenaza con cambiar el mapa electoral del norte, y el secretario socialista, Bettino Craxi, advierte contra el "populismo demagógico de una nueva derecha europea".

El secretario democristiano, Arnaldo Forlani, ha ido más lejos y coloca en esa oposición tanto a la Liga como los republicanos de Giorgio la Malfa y a los ex comunistas de Achille Occhetto. El propio presidente de la República, Francesco Cossiga se ha unido al autoproclamado bloque estabilizador de la mayoría, cuando la campaña para las elecciones legislativas del próximo 5 de abril entra en su recta final. "Como jefe de Estado, me preocupa mucho el riesgo de ingobernabilidad", dijo, sugiriendo que votará a su "ex partido", la Democracia Cristiana (DC).Las reacciones de este tipo comenzaron a desatarse en cuanto La Malfa, el último político italiano que ha pasado a la oposición, propuso un Gobierno de técnicos. El rechazo fue general, incluso por parte del Partido Democrático de la Izquierda (PDS), de Occhetto. Forlani sacó el calificativo de sfascisti (destructores), fonéticamente próximo al de fascisti (fascistas), para referirse a los empresarios que apoyan al líder republicano.

Caída del bloque mayoritario

Pero la campaña tenía que llegar a estos términos, porque la gran novedad que se apunta en los próximos comicios es la caída por debajo del 50% del bloque integrado por democristianos, socialistas, liberales y socialdemócratas. En ese caso, la mayoría tendría que ser reconstruida con alguno de los partidos de una oposición muy fragmentada. Lo más probable sería la entrada del PDS en lo que ya se llama el supergobierno, para el que Occhetto se ha declarado bien puesto. Aunque también tendrían juego La Malfa e incluso los varios verdes.

Democristianos y socialistas tratan en el último momento de reducir esos márgenes de incertidumbre. Por un lado, con descalificaciones e incluso medidas de castigo. Por otro, con soluciones fulminantes a los problemas atávicos del sistema. El ingente déficit público, por ejemplo, según el ministro de Exteriores, el socialista Gianni de Michelis, se resolvería en sólo tres meses reformando el reglamento, que permite al Parlamento votar los presupuestos. ¿Por qué no se ha hecho antes? Porque la unidad europea no obligaba todavía a hacerlo ha respondido De Michelis, sin entrar a considerar que el déficit es la base del omnímodo poder de los partidos.

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