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Tribuna
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Fiestas

El país arde en fiestas y más que va a arder La semana pasada hubo puente en la mayoría de las comunidades autónomas, y en Valencia quemaron fallas después de siete días de plantás, ofrendas, bailes, paellas, toros y mascletás.Tres semanas faltan para las vacaciones de Semana Santa, que si el tiempo acompaña serán un veraneíto anticipado. El domingo de Resurrección empezará el abono taurino sevillano, con sus 28 corridas como 28 soles; y el lunes, la Expo, sus pabellones, sus palenques y sus fastos. Siete días más tarde alumbrará la famosa Feria de Abril, casetas, sevillanas, vino fino. Apenas habrá terminado cuando empezará la Feria de San Isidro, que dura un mes. Y, mientras tanto, rendirán insospechadas emociones las últimas jornadas de la liga de fútból.

A continuación prenderán fogueres allá donde tengan a San Juan por santo patrono. Entrado julio ya estará ahí el estruendo sanferminero, canciones, ajoarriero, champanico, encierros. Y después, la Olimpiada: venga correr y brincar, marcas, medallas, himnos y banderas.

Y agosto con su veraneo en plenitud, toda la familia a la playa, el canario también. Y las Fiestas septembrinas, para celebrar por todo lo alto el final de las labores agrícolas o las festividades de las mil vírgenes que honra la Santa Madre Iglesia.

Vencidas la Expo y las fiestas del Pilar, aún quedarán en perspectiva las navidades, paga extra, opíparas cenas, fastuoso trasiego de caldos, gran cotillón. Y quizá el cuerpo no llegaría hasta entonces con la suficiente templanza si no fuera porque, entre medias, está noviembre, anochece pronto, sopla el viento y lo que da gusto es recogerse temprano, cenar tortilla de patatas, dormir calado el embozo, debajo de la cama bien dispuesto el orinal.

En fin, el peor año que sea como éste. Y mejor, cuando Dios quiera.

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