Todos contra todos el anuncio de un plan de desestabilización en Italia
¿Quién es el misterioso desestabilizador? ¿Unas fuerzas ocultas que presuntamente buscan una salida dictatorial a la crisis italiana? ¿Quién ha intimidado a la opinión pública con el anuncio anómalo de que el Gobierno se dispone a resistir un oscuro plan subversivo de procedencia no identificada?Los pasillos políticos y los medios de comunicación italianos se llenaron ayer de preguntas como éstas. Es la guerra de todos contra todos en las arenas movedizas de un sistema de partidos que se derrumba y en el contexto de una Italia que conserva la capacidad indudable de sorprenderse incluso a sí misma.
El ministro del Interior, Vincenzo Scotti, sugiere que el inminente asalto al Estado vendrá de la Mafia, que, añade, es el terrorismo de los años noventa. Vittorio Sbardella, lugarteniente del presidente del Gobierno, Giulio Andreotti, y hombre que arrastra un pasado de derecha superdura, acusa a "los norteamericanos y ciertos industriales" dispuestos a evitar el governissimo, una nueva mayoría poselectoral que admitiría a los ex comunistas en el Gobierno, por primera vez en la historia de Italia.
El propio Andreotti, que habló de un proyecto de dictadura la semana pasada, después de que la Mafia golpeara sus aspiraciones a la jefatura del Estado asesinando a Salvo Lima, el jefe andreottiano en Sicilia, ahora calla. Y el presidente de la República, Francesco Cossiga, exclama irritado: "Son todo novelas, y, si no lo son, que se diga a quién se acusa".
Los 'años de plomo'
La prensa, entretanto, recuerda con aprensión cómo en un pasado reciente este tipo de anuncios desembocó en violencia salvaje. Fueron los años de plomo, en los setenta, cuando un terrorismo conectado, según se supo luego, a un pastel aún no analizado de servicios secretos y masonería, en el que aparecieron los hilos de la Mafia e incluso de las finanzas vaticanas, puso al país contra las cuerdas. ¿Es posible que tres lustros después del asesinato del primer ministro democristiano Aldo Moro se vuelva a las mismas?, se preguntan los diarios.
Su aprensión es comprensible, y cualquier país europeo reaccionaría con el mismo estupor si la agencia de prensa estatal informara de que el Ministerio de Interior ha advertido a los gobernadores de que alguna organización misteriosa se dispone a asesinar a los líderes del país y a secuestrar a "un futuro candidato a la presidencia". La agencia estatal italiana, Ansa, se apuntó esta exclusiva el miércoles.
Cossiga, que se había entrevistado con el ministro del Interior, Scotti, una hora antes en Palermo, donde se encontraba de visita, aseguró que la primera noticia sobre este proyecto desestabilizador la había tenido por Ansa. Lo mismo le ocurrió a Claudio Martelli, vicepresidente socialista del Gobierno y ministro de Justicia. Scotti ha prometido que explicará hoy ante el Parlamento toda la historia.
La campaña electoral parece centrarse así definitivamente en una amenaza difusa, mezcla de violencia mafiosa y política, mientras los corresponsales italianos en Londres constatan con cierta envidia que los partidos políticos británicos se presentan ante las urnas sin tapujos y debatiendo sus programas. En Italia, no. Los programas se imprimen, pero luego se abre el fuego cruzado sobre quién es un peligro mayor para la democracia.
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