El Gobierno iraquí lanza una nueva campaña contra los rebeldes shiíes

El Gobierno iraquí está llevando a cabo una brutal campaña represiva contra los rebeldes shiíes y quienes les apoyan en las olvidadas tierras pantanosas del sureste de Irak, lejos de cualquier control por parte del mundo exterior. La lucha a veces ha sido tan intensa como la violencia desencadenada contra los kurdos en el norte de Irak.

Una visita de tres días a la zona estuvo salpicada por ataques con artillería y morteros cada pocas horas, parte de una ofensiva de dos semanas de las tropas de Bagdad, que rodean la mayor parte del enorme pantano. Los helicópteros, revoloteando como grandes insectos, sobrevuelan las extensas marismas buscando cualquier señal de vida humana para lanzar sus ataques. Los soldados iraquíes han empezado a abrirse camino en los pantanos para barrer toda resistencia. Han cortado el flujo de alimentos y suministros a unos 10.000 rebeldes y a 200.000 personas desplazadas que viven en las marismas."El Gobierno iraquí ha lanzado un a campaña para exterminarnos", dice el ayatolá Mohammed Baqir Hakim, un líder rebelde residente en Irán. Su organización, el Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak, es uno de los principales grupos shiíes rebeldes.

Las autoridades iraquíes, por su parte, niegan tener como objetivo a los kurdos o a los shiíes. "No tenemos lucha étnica alguna dentro de Irak", dijo la semana pasada en Nueva York el viceprimer ministro iraquí, Tarek Aziz. "Es una mentira, cuya finalidad es conseguir objetivos políticos para desestabilizar al Gobierno iraquí".

Los shiíes representan casi la mitad de la población de Irak, y su descontento ha ido en aumento bajo la dominación de Sadam Husein. Se rebelaron contra éste después de su derrota en la guerra del Golfo y mantuvieron bajo su control durante varios días gran parte del sur de Irak, incluida la ciudad de Basora.

La revuelta fue aplastada en un mes por las fuerzas gubernamentales, y los rebeldes shiíes huyeron a Irán o a las marismas. Desde entonces, el Gobierno iraquí ha destruido sus templos, mezquitas, escuelas y cementerios.