Diferentes varas de medir
Están de moda últimamente los paralelismos históricos frívolamente construidos para ser utilizados como arma en la lucha política y de propaganda. Bush comparó a Sadarn Husein con Hítler, recordó lo ocurrido en Múnich, y como no quiso ser una segunda edición de Chamberlain, el hombre del paraguas, juró no sólo detener el expansionismo iraquí hacia Arabla Saudí, como declaró tras la invasión, sino que -después de una reunión con Thatcher- fue más allá y garantizó la liberación (aunque no la democracia, como dice ahora la Administración norteamericana) del emirato. Lo que Bush no dice es que ese nuevo Hitler es en gran parte creación norteamericana como escudo de Occidente frente al shiísmo iraní, y que incluso hasta después de la invasión de Kuwalt hubo ventas de material de doble uso militar-civil norteamericano a Irak.Hace poco, el primer ministro argelino, Gozali, para tratar de justiflicar lo que luego se ha reconocido como lo que era, esto es, un golpe de Estado, también recordó a Hitler y su llegada al poder tras unas elecciones.
Occidente, en el caso iraquí, apoyó política, militar y económicamente la iniciativa norteamericana. En el caso argelino, mira a otra parte, y al callar otorga, con un gran suspiro de alivio, y al mismo tiempo agita el fantasma de un fundamentalismo islámico agresivo estilo iraní, olvidando que su gran aliado, Arabía Saudí, practica el integrismo musulmán.
En la posguerra del Golfo, Sadam permanece en el poder, la vida y los derechos humanos de sus súbditos son pisoteados, mientras que en el lado israelí, el terrorismo de Estado, la represión y los asentamientos continúan, se arrastra languideciente y con escasas perspectivas la conferencia de paz, y en Kuwaít sigue lo que The Washington Post ha calificado de "atrocidades" respecto de los escasos palestinos que allí quedan, así como la explotación brutal de la mano de obra extranjera prácticamente esclava, como informó una terrible crónica de EL PAÍS hace algunas fechas.
En Argelia, en nombre de la democracia, se acaba con un difícil proceso a la democracia, y, rizando el rizo, el primer ministro argelino dice al ministro español Fernández Ordóñez que "se trata de un golpe de Estado instrumental para permitir una democracia viable y no un caos" (véase EL PAÍS del 29 de enero). Notable aportación al derecho constitucional que olvida que el problema de Argelia no es el integrismo, sino la pobreza, la corrupción y la frustración de una sociedad muy joven. Fue el ala dura del FLN la que, reacia a perder sus privilegios, propició el golpe. Son los perdedores de las elecciones y que siempre gobernaron sin democracia como partido único los que ahora, inconsecuentemente, pretenden presentarsecomo neutral, para decidir a posteriori la ilegalidad de un partido y de unas elecciones y abrir campos de internamiento y disparar contra los barbudos. Todo ello con la aprobación ya explícita de la CE, que coincide con el ministro de Asuntos Exteriores argelino, que declaró que "su país ha prestado un servicio impagable al mundo".
En Georgia, un presidente democráticamente elegido, o al menos tan democráticamente como el resto de los actuales presidentes de los Estados de la antigua URSS, es destituido violentamente; sus partidarios, liquidados o perseguidos, y nadie dice nada en nombre de la democracia.
En Haití, el presidente Aristide, elegido por abrumadora mayoría, es desalojado por un golpe seguido de una represión que en los dos primeros meses posteriores contabilizó un saldo de más de mil muertos. En esta ocasión, EE UU, del que depende totalmente la economía haltiana, no ha optado por la vía panameña o la nicaragüense, sino por un suave bloqueo. tan lleno de agujeros que no funciona y que castiga con "devastadores efectos" (Herald Tribune del 12 de febrero) a las capas más pobres del país, lo que se complementa con la repatriación masiva de los refugiados haitianos que llegaron a la base de Guantánamo.
Hay muchos más ejemplos de que las varas de medir no son iguales. Nunca lo han sido, porque los poderosos marcan las reglas de juego y otorgan los diplomas, los premios y los castigos. Y esto en un mundo como el actual, unipolar, con una única superpotencia, es más palpable que antes. Lo que se llama razón de Estado de esa única superpotencia coincide con y cuando no, se impone a las razones de Estado de los demás, algunas veces no sin contradicciones transitorias que a la postre son superadas. Así es sobre todo en los terrernos político y militar, pues en el económico (el llamado soft power, o poder blando, sin duda creciente, pero subordinado a los anteriores) la hegemonía norteamericana subsiste, aunque a la baja.
Un primer ministro británico decía que su país no tenía amigos ni enemigos, sólo intereses permanentes. Donde más han chocado en los últimos años esos intereses de los poderosos ha sido en el tema de la democracia y del respeto a las libertades y los derechos humanos. En ocasiones, cuando convenía, se esgrimía la obligación de no injerencia en los asuntos internos de otro país, lo que se aplicaba en la realidad a los de la otra zona de influencia, pero no a las de la propia (Alemania del Este, Hungría y Checoslovaquia en un lado, República Dominicana, Granada, Nicaragua y Panamá en el otro, son algunos ejemplos). En estos casos de intervención o invasión enlos propios patios traseros ni siquiera se invocaron esos temas, sino que se hicieron sabiendo que la otra parte respetaría la zona de influencia.
Hoy todo esto parece estar en proceso de revisión, y frente a la no injerencia se ha esgrímido -en declaraciones, en textos finales de conferencias y reuniones- la necesidad de la democracia y del respeto a los derechos humanos por encima de las fronteras. El tema es enormemente delicado y complejo, no tanto en su formulación teórica, sobre el papel, como por su aplicación práctica, en la realidad. La experiencia demuestra que los criterios de valoración no son ímparciales y que las varas de medir son diferentes según se juzgue al amigo o al enemigo en función de esos intereses de esa razón de Estado de quien juzga que es el más poderoso.
¿Cómo explicar si no la diferencia de trato a Irak e Israel respecto de su respeto a las resoluciones de las Naciones Unidas, o a Cuba y China respecto de su respeto a los derechos humanos, o a Panamá antes de la invasión y Guatemala, país en el que hay un genocidio silencioso, con más de cien mil muertos a cargo del terrorismo de Estado, fuera de la opinión pública desde hace casi medio siglo? ¿0 la carta blanca permanente de la que goza el despotismo de la monarquía marroquí? Precisamente hace poco el Parlamento Europeo rechazó, por el último atropello de Marruecos a los derechos humanos y sus trampas a la realización del referéndum en el Sáhara, la propuesta de la Comisión de un protocolo financiero con ese país. Pues bien, es el Gobierno español el que propone evitar al Parlamento Europeo con una propuesta de acuerdo de libre comercio que supone además un nivel bilateral de colaboración más alto, cosa que es más satisfactoria para Hassan 11, que sigue dando largas al referéndum en el Sáhara echando la culpa a las Naciones Unidas ante la indiferencia oficial -que en la práctica es apoyo a su tesis- de Estados Unidos y la CE.
Más ejemplos. ¿Por qué la presión en relación con el avión de la PANAM derribado sobre Escocia hoy sólo sobre Libía,
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Viene de la página anteriorcuando antes de la guerra del Golfo se incluía también a Siria, entonces enemigo y hoy, de momento, amigo? Se olvida además que cuando la guerra Irak-Irán, en un error dificilmente explicable, la Marina norteamericana derribó un jumbo de pasajeros iraníes en el golfo Pérsico. Como se olvida también que la execrable acción de derribar intencionadamente un avión de pasajeros por bomba a bordo comenzó hace más de veinte años con uno de Cubana mediante intervención demostrada de agentes de la CIA. ¿Por qué no se realiza el mismo empeño para depurar responsabilidades en estos supuestos, sin recurrir en ningún caso al ultimátum de la extradición, fuera de lugar en estos temas en el derecho internacional? ¿Por qué en el caso libio se ha condenado ya de facto antes del.juicio? Todos éstos son hechos, realidades. Hay muchísimos más que se conocen y otros que no se llegan a conocer. Se podría argumentar que así es el mundo y que pedir algo diferente es pedir peras al olmo porque siempre habrá Estados, razones de Estado, relaciones de poder y poderosos y débiles. Pero ¿serán siempre las estructuras de poder como hoy? La historia demuestra que no, que hemos pasado, con un ritmo vertiginoso, de un mundo bipolar a uno unipolar, y que en la única superpotencia hay síntomas y realidades claras de un menor poder relativo, especialmente en la economía, y de una contradicción creciente entre ese poder económico mermado y las exigéncias económicas que la paz americana basada en su despliegue militar en todo el mundo le impone. La financiación de la guerra del Golfo por parte de los otros países es un ejemplo notorio. Quizá en esas semillas de un reparto mayor del poder global, de unos mayores poderes compensadores, esté el germen de un cambio que vaya conduciendo a un mundo con mayor justicia y respeto a las libertades y a los derechos humanos, más allá de la razón de Estado de los más fuertes.
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