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Tribuna:
Tribuna
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Publicidad

Desde hace semanas el Pequeño País viene publicando una historieta titulada Los smarties. Varios lectores se han quejado a la dirección del periódico y al Ombudsman: es una pagina de publicidad -de una marca de caramelos de chocolate-, pero nada lo indica, se confunde entre los demás trabajos, "está camuflada en el conjunto del suplemento".El Libro de estilo, respecto al tratamiento de la publicidad, dice que ésta siempre estará diferenciada de los textos elaborados en la Redacción y que los anuncios cuyo diseño se asemeje a las columnas de un periódico deberán incluir en la cabecera la palabra "Publicidad". Los smarties es muy semejante a las otras historietas del tebeo. Padres de niños asiduos lectores de la revista infantil protestan: "No es posible identificar el comic como publicidad comercial, es equívoco".

Un equívoco similar se produce también con una página que anuncia, genéricamente, el café. No menciona una marca concreta del famoso grano: es, sencillamente, un artículo sobre los orígenes, la historia, el cultivo, las variedades del café... Se trata de una página pagada, lo que algunos llaman publicidad redaccional (presentada en forma de información periodística) de un producto de consumo. Este anuncio -titulado El encuentro. El café, la vida a sorbos- se publica en El País Semanal de hoy. Por su contenido y formato puede ser confundido con las demás informaciones del suplemento. No lleva una clara indicación que la señale como publicidad.

En ambos casos -café y chocolatinas- se incumplen las normas del periódico. En consecuencia, la dirección de EL PAÍS ha ordenado que en adelante, tanto en el caso de Los smarties como en el del café, las cabeceras de ambos anuncios se rotulen con la palabra "Publicidad". Como está mandado.

Peko pide perdón

El crucigrama de Peko es uno de los pasatiempos de EL PAÍS más celebrados por los lectores. Para resolverlo hay que sintonizar la cultura, el ingenio y la agudeza con la agudeza, el ingenio y la cultura que exigen sus proposiciones. Las palabras han de responder a definiciones que se alejan del estilo clásico en este tipo de entretenimiento, convirtiendo el enigma lingüístico también en un divertido juego. En el crucigrama del pasado 7 de marzo, sin embargo,el divertimiento sufrió un tropiezo que ha enfadado a numerosos lectores. En el 9 horizontal proponía una palabra de cuatro letras que respondiera a este significado: "Ya sé que no es un sentimiento muy noble, pero ese tullido me lo da". Respuesta: "Asco". Las protestas fueron inmediatas.

Tullido es aquel que está lisiado, que ha perdido el movimiento del cuerpo o de alguno de sus miembros: merece cuando menos la compasión de los demás, nunca el desprecio o un gesto de repugnancia. Peko así lo entiende, por supuesto, y se lamenta de que esa definición haya provocado la repulsa de un grupo de personas que le merece el mayor respeto.

"Le ruego haga público", escribe Peko al Ombudsman, "que en ningún momento se me pasó por la imaginación herir voluntariamente los sentimientos de nadie. Todo aquel que tiene que escribir mucho todos los días sabe que a veces está pensando en una palabra e, inconscientemente, escribe otra. Parece absurdo, pero ocurre. A mí me ocurrió. Y por ello pido perdón a todas las personas quepudieron sentirse dolidas por el desafortunado término que empleé".

Enervar

Cada día se extiende más el mal uso de la palabra enervar y de sus derivados. Es incorrecto emplearla como sinónimo de irritar, crispar, poner nervioso. Significa todo lo contrario: debilitar, quitar las fuerzas. En el error ha caído, dos días consecutivos, Leontxo García, que ha venido informando del campeonato mundial de ajedrez desde Linares.

Ramón Baltar -entre otros lectores que han reparado en lo mismo- escribe al Ombudsman: el cronista dice (28 de febrero) que "el ajedrecista indio Anand movió las piezas 'a su habitual velocidad enervante', parece ser que para no dar tregua al frío Kárpov"; al día siguiente cuenta que "Kaspárov 'sufrió un ataque de furia' causado por 'la enervante velocidad' del joven talento indio". Baltar deduce: "Si entiendo algo del asunto, para que 'enervante' se ajuste al contexto, enervante debería valer como desquiciar". Y recuerda que el Libro de estilo de EL PAÍS recomienda no emplear la palabra en este sentido.

No sólo en los periódicos se produce a veces esta confusión. Hubo un renombrado literato que cayó varias veces en el mismo error. Moratín ofrece un ejemplo del buen empleo del verbo enervar, cuando precisamente se queja de que "algunos modernos" debilitan la lengua: "A fuerza de querer purificar nuestro idioma, le enervan y destruyen enteramente".

'PoIe', no 'pool'

En un artículo sobre la situación empresarial de las compañías aéreas (suplemento Negocios, 1 de marzo) se decía que la British Airways era la mejor situada para la carrera de supervivencia. "A la pool position ha llegado tras un ajuste...", contaba. Un lector advierte: ojo con eso de pool; en este caso, como también ocurre a veces en las informacíones sobre motorismo, la palabra inglesa está mal empleada; no es pool (aunar, unir), sino pole (polo, barra, lanza). La pole position equivale en castellano al primer puesto de la parrilla de salida en las pruebas de velocidad -practicadas en un circuito- de automóviles y motos.

El teléfono directo del Ombudsman es el (91) 304 28 48.

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