Armenia pide ayuda a las organizaciones mundiales para acabar con el conflicto de Nagorni Karabaj
Las propuestas para encontrar una solución pacífica al conflicto de Nagorni Karabaj siguieron multiplicándose el fin de semana mientras en este enclave armenio, continuaban los combates en los alrededores de las ciudades de Azerán y Agdam. Las propuestas surgen no sólo de las partes en conflicto o de repúblicas de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), sino también de países que no poseen intereses en la zona, aunque ninguna de ellas parece tener posibilidades de éxito. Levón Ter-Petrosián, presidente de Armenia, ha lanzado un llamamiento a organizaciones internacionales, especialmente a las Naciones Unidas, para que ayuden a solucionar el conflicto de Nagorni Karabaj.
El conflicto ya se ha cobrado alrededor de dos mil vidas desde que estalló hace cuatro años.Azerbaiyán, por su parte, ha propuesto convocar a una conferencia regional con la participación de Irán, Rusia y Turquía -países a los que se podría sumar Georgia, vecino que en épocas anteriores ha desempeñado un importante papel en la Transcaucasia- para buscar una solución al conflicto.
Armenia no insiste en un reconocimiento de la independencia de Nagorni Karabaj -que se proclamó república en septiembre del año pasado y en diciembre se declaró independiente de Azerbaiyán- y se contentaría con que se le restituyera la autonomía de que antes gozaba, aunque en los nuevos límites que incluyen también al distrito de Shaumiánovsk. No es seguro que Yereván logre convencer a las autoridades de Stepanakert de plegarse a esta fórmula.
Azerbaiyán sólo está de acuerdo en conceder una autonomía cultural a Nagorni Karabaj, pero en ningún caso a darle una autonomía política que, de hecho, consagraría la independencia de este enclave. Menos ahora que ha caído el presidente azerí, Ayaz Mutalíbov, y que el nacionalista Frente Popular pasará a ser la organización fuerte del nuevo Gobierno en gestación. Además, llegar a semejante acuerdo en estos momentos signicaría conservar el statu quo en Nagorni Karabaj, algo que a los azerbaiyanos -expulsados de un serie de localidades que tradicionalmente habitaban- no les conviene.
Ter-Petrosián, sin embargo, está ansioso por encontrar alguna fórmula de compromiso, pues cada día es más fuerte la presión que sobre él se ejerce para entrar en una guerra declarada contra Azerbaiyán. El otro problema es que aunque Armenia oficialmente no participa en el conflicto, está sufriendo las mismas consecuencias que sufriría si estuviera realmente en guerra.
Decenas de vagones con combustible destinados a Armenia permanecen bloqueados en Azerbaiyán, la única vía de abastecimiento después de que fuera cortada la que pasa por Georgia durante el conflicto entre partidarios y adversarios del derrocado presidente georgiano Zviad Gamisajurdia. Azerbaiyán también cortó un gasoducto hacia Armenia a consecuencia de los cual no hay calefacción en Yereván, muchas fábricas no funcionan e incluso el pan ha desaparecido de la capital.
Una guerra en forma entre Armenia y Azerbaiyán podría abarcar también a los países vecinos -Rusia y Turquía- según opinan muchos observadores, entre ellos el general Borís Piankov. [El ministro turco de Exteriores, Hikmet Cetin, habló ayer por teléfono con el secretario de Estado norteamericano, James Baker, para pedir una acción más eficaz de Washington en la solución pacífica del conflicto, informa France Press. Fuentes diplomáticas de París anunciaron un inminente llamamiento conjunto de Francia y Turquía a la comunidad internacional en favor de un alto el fuego en Nagorni Karabaj, informa Efe].
En Yereván una fuerte explosión destrozó tres bloques de apartamentos y causó la muerte de 15 personas y heridas a 60. Una comisión gubernamental investiga las causas de la explosión.
Por otro lado, Edvard Shevardnadze, ex ministro de Exteriores de la URSS, fue recibido ayer por los máximos dirigentes de Georgia, que confían en que ayudará a la república a salir del aislamiento en que se encuentra. Shevardnadze regresó a Tbilisi para incorporarse a la vida política de su patria.
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